Fomento dice que el mal tiempo condenó el «Sefi g», que dejó un desaparecido

María Hermida
maría hermida RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

La investigación concluye que el patrón erró al no creer inseguro faenar en una zona con condiciones adversas

06 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El Sefi g es uno de esos barcos cuyo nombre se ha quedado en la memoria de muchos vecinos por culpa del accidente que sufrió. La embarcación volcó y acabó hundiéndose en las inmediaciones del islote de Vionta, en la costa ribeirense, el día 21 de enero del 2013, con consecuencias fatales. De los dos tripulantes que iban a bordo solamente se salvó el patrón. El otro, un marinero de Xuño, desapareció. Menos de un año después de esta tragedia, el Ministerio de Fomento ya hizo una investigación sobre la misma. En ese documento, se indica que el mal tiempo fue clave en el hundimiento del barco.

El informe que hizo Fomento sobre el Sefi g, al igual que los que realiza de otros accidentes marítimos con graves consecuencias, no tiene carácter vinculante. Únicamente se elabora para intentar esclarecer las causas del suceso e intentar que no se repitan en otros barcos. Antes de establecer conclusiones, el ministerio hace una cronología de los hechos.

Indica que el barco salió del muelle de Santa Uxía sobre las seis de la mañana con dos tripulantes a bordo -el patrón José Bermúdez, y el marinero posteriormente desaparecido, Jacobo Hernández- para pescar pulpo con nasas. Dice Fomento que «embarcaciones de similares características salieron a faenar ese día» también. Unas horas después, el «oleaje sorprendió a los tripulantes y volcó el barco». Ambos acabaron en el mar. El patrón logró deshacerse de la ropa de aguas e intentó ayudar a su compañero a hacer lo mismo, pero no tuvo éxito. Una ola los acabó separando.

El veredicto

Hasta ahí, la cronología. Luego, el ministerio establece conclusiones. Dice primero que el vuelco se produjo por encontrarse el barco en una zona con múltiples bajos, rocas e islotes que perturbaban el comportamiento de las olas, haciéndolas imprevisibles y más peligrosas. Señala luego que las condiciones meteorológicas fueron empeorando a lo largo del día, que se hicieron «más duras». Y señala también que el patrón tuvo un «error de apreciación, que no consideró inseguro faenar en una zona en la que las condiciones eran excesivamente adversas para la embarcación».