Las consecuencias del incendio que alcanzó Baroña son especialmente drámaticas. Se trata de una parroquia que cuenta con una comunidad de montes con una cuadrilla que trabaja los doce meses del año. El resultado es un monte con una elevada cantidad de hectáreas reforestadas, en donde también hay numerosos cierres. Por eso, el paso indiscriminado de las llamas ha tenido un resultado de pérdidas económicas cuantiosas, según el presidente de los comuneros, Ovidio Queiruga: «Entre plantacións reforestadas e peches perdemos 180.000 euros, e moitos anos de traballo».
El balance en esta zona de Porto do Son es desolador. De las 120 hectáreas quemadas, 100 son comunales. Aquí hay que indicar que 18 tenían robles, castaños y abedules desde hace un lustro; 29, pinos desde hace una década; en 25 había eucaliptos; y 0,5 de arándanos. En cuanto a los cierres, la primera valoración eleva a cuatro kilómetros la longitud destrozada por las llamas. Muchas de estas inversiones, hoy inservibles, se realizaron con fondos públicos.
Ovidio Queiruga Baroña