El sector creativo de la comarca se desnuda en Barbantiarte

María Xosé Blanco Giráldez
m. x. blanco RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

MARCOS CREO

Un centenar de artistas muestran sus obras en el museo de Artes

17 jul 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Nunca antes fue posible ver un derroche de arte como el que estos días inunda el Museo do Gravado de Artes. Allí, nada menos que un centenar de creadores de la comarca muestran sus obras bajo el paraguas de Barbantiarte. Es la fórmula elegida por la sala ribeirense para abrirse a la sociedad más cercana. Su objetivo prioritario, tejer una telaraña entre los creadores de la zona, puede darse por conseguido. De hecho, la muestra colectiva nace con vocación de tener periodicidad anual y, tal y como está funcionando, todo indica que también esta pretensión se cumplirá.

Y es que la sala de Artes registra, desde que la primera parte de Barbantiarte se abrió, a comienzos de junio, más movimiento del habitual. La entrada y salida de visitantes se vio incluso incrementada tras la inauguración de la segunda parte de la exposición, hace un par de semanas. La confluencia de artistas noveles con otros de larga trayectoria está resultando un factor determinante, tanto a la hora de atraer público como en lo relativo al establecimiento de relaciones entre creadores.

Una vez en el interior del museo, llaman la atención el dinamismo y el golpe de color que desprenden los cuadros de Alfonso Costa, Manuel Romero, Fidel Vidal y Fontaíña. La pared en la que están colgados no pasa desapercibida. Ocurre lo mismo con O morto, una instalación que lleva la firma del noiés Serafín Marcos. Es una gran piedra con una cadena incorporada, que tiene su historia, puesto que el artista la arrastró, en 1997, desde Corrubedo hasta la casa de cultura de Ribeira. Durante este trayecto, plasmó a través de instantáneas la reacción de los vecinos.

Sentimientos encontrados

No pasan desapercibidas tampoco las esculturas de Teira, Jontxu Argibay, Soledad Penalta y Nuco Losada, o la reproducción de un Botticelli que constituye la aportación de la artista ribeirense Maralla. Tocan la fibra sensible el retrato de un niño que presenta Xoán Fernández o el hombre moribundo plasmado en un lienzo por Xosé Comoxo. Genera el efecto contrario una fotografía de Lesmes en la que, uno novio da un bocado a una tarta de siete pisos.

Mezcla de estilos y sentimientos encontrados inundan dos de las salas del museo ribeirense, dando forma a una telaraña artística que no fue nada fácil de tejer: «Fue muy complicado reunir a esta cantidad de artistas, pero el resultado vale la pena», apunta la directora de las instalaciones, Rocío Hermo.

Pese a las dificultades, Hermo ya está pensando en repetir la experiencia. Cuenta con la ayuda de la asociación cultural Barbantia: «Estamos pensando en una nueva exposición más grande todavía, con obras que nos permitan llenar las tres salas que tiene el museo».

Es, sin lugar a dudas, la apuesta definitiva del Museo do Gravado de Artes por la difusión del los creadores que quieren abrirse camino desde Barbanza.