Para agradecer el buen trato recibido por los profesionales galos en la visita a sus granjas, los responsables de Fonteboa agasajaron a sus anfitriones con miel de la zona, plantas aromáticas e incluso tarta de Santiago.
Intercambio
Este viaje responde a una costumbre que se mantiene en los 22 años que llevan de relación el centro de Coristanco y el Meslay. Haciendo gala de su galleguidad, en este período, a las tierras francesas viajaron ya productos típicos como el vino o el aguardiente. Pero no solo eso. En aras de compartir lo mejor de Galicia, hubo ocasiones en las que también llevaron especies autóctonas como laureles o carballos, que todavía pueden verse en las inmediaciones de algunos establos de La Vendee. Un intercambio cultural, económico y social en toda regla que va camino de ser una auténtica tradición en los dos países y que, sin duda, busca compartir experiencias provechosas.