Tres mujeres robaron al despiste 2.500 euros en dos bazares chinos de Ribeira

María Hermida
maría hermida RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

En Boiro también ocurrió un suceso similar recientemente y a la luz del día

25 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Dos de los bazares chinos que hay en Ribeira -ubicados en la avenida de A Coruña y la calle Galicia- sufrieron ayer robos a plena luz del día. No fueron sustracciones cualquiera. Las ladronas, que eran tres mujeres a cara descubierta, actuaron despistando al personal de los establecimientos y lograron llevarse un botín de 2.500 euros en efectivo. Aunque la Policía Nacional investiga el asunto, al cierre de esta edición no había detenidos. Eso sí, las sospechas iban en dos direcciones: que se trate de rumanas o de unas personas de Carballo que utilizan esta treta habitualmente. Se da la circunstancia de que recientemente ocurrió un suceso similar en la localidad boirense.

Ayer, en Santa Uxía, los hechos sucedieron a media mañana. En la tienda de la calle Galicia, donde trabajan tres personas, las ladronas empezaron a pedir mercancía, sobre todo ropa, y a mirar sujetadores, las prendas que están más cerca de la caja registradora. Mientras los vendedores les mostraban el género -ellas decían que no era de su talla y pedían otra, para obligarlos a ir al almacén o alguna estantería alejada- una logró colarse por detrás del mostrador y llevarse una especie de cartera que contenía mil euros. Dicen los afectados que tenían esos billetes guardados en un cajón, no en la registradora.

Cambio de cazadora

En el bazar chino de la avenida de A Coruña aún utilizaron más argucias. Primero empezaron a pedir mercancía, que pagaron religiosamente. Luego, solicitaron que se la envolviesen en papel de regalo, que volverían a por ella después de visitar el centro comercial Haley. Sin embargo, antes de marcharse, le pidieron al dueño de la tienda que se probase una cazadora para ver si esa talla serviría para un familiar suyo, que dijeron que tenía similar cuerpo. El hombre, para probarse la prenda, se deshizo de la suya, en cuyo bolsillo interior guardaba 1.500 euros. Ellas, quizás a sabiendas de la existencia del dinero, se marcharon con la zamarra vieja. En el negocio tardaron unos minutos en darse cuenta del asunto. Tanto, que llegaron a empaquetar la mercancía que les habían pagado; por la que, claro está, jamás volvieron.