Si ver como el mobiliario público resulta destrozado constantemente constituye un auténtico problema, el hecho de que el 90% de estos actos queden impunes es un agravante. Los concellos deben hacer frente a los gastos de reposición sin que se cumpla la máxima de que quien la hace la paga.
Contados son los casos en los que ha logrado identificarse a los causantes. Los representantes municipales reconocen que, por ejemplo, carnavales es una época en la que proliferan los actos de vandalismo. De hecho, en Ribeira y A Pobra lo padecieron de forma especial hace dos años y, en este caso, sí se pilló a los artífices.
Colaboración vecinal
El mandatario sonense recuerda un caso vivido recientemente en el que la colaboración ciudadana hizo posible conocer a los autores de un acto vandálico: «Quixeron queimar unha palmera e uns veciños identificaron aos rapaces. Os pais fixéronse cargo dos danos».
Los fines de semana es cuando más daños se causan y, en algunos casos, en aquellos lugares en los que prolifera el botellón. En Muros, por ejemplo, la zona de Louro suele verse muy afectada. En este municipio, hasta los centros educativos han sido alguna vez objeto de la acción de los desaprensivos.