La lluvia, invitada no deseada de la familia González Maneiro de Xuño

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO NOIA / LA?VOZ

BARBANZA

16 feb 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Más que al cielo, miran al suelo. Sobre todo por las mañanas, cuando amanecen con el temor de que en vez de firme, lo que pisen sea el agua que en repetidas ocasiones anega su casa cada vez que las lluvias cargan con fuerza en esta parroquia sonense. Lo cuenta Elías González, que actualmente reside con su mujer en esta vivienda que construyó en Xuño su familia hace cuatro generaciones. A su lado está la tía Lola, que hasta que la lluvia se convirtió en el invitado no deseado al que nadie quiere en casa, vivía con Elías y cinco familiares más bajo el mismo techo.

Ahora el panorama es distinto. Para ellos la lluvia se ha convertido en un castigo. Una losa a su espalda que atribuyen «a la chapuza que hizo la Xunta cuando nos tiró la entrada de la casa que teníamos desde siempre para colocarnos una alcantarilla en la puerta. Desde entonces, cada vez que llueve ya tenemos la piscina en la puerta y dentro de la casa, algo que nos hace imposible vivir aquí».

El rostro de Lola González está curtido por los años, y probablemente por las penas que la vida le ha colgado a la espalda. Habla con pesar de la situación a la que está sometida su familia y no ella: «A min non me da igual, pero dóeme polos que quedarán aquí cando eu falte. Isto é unha inxustiza á que nos ten sometidos a Xunta de Galicia e da que, por encima, non nos da solucións».

Varias alternativas

Las lluvias de los últimos días provocaron la enésima inundación en esta casa. La semana pasada el ejecutivo sonense consiguió que un técnico de Augas de Galicia visitara la zona para intentar solucionar el problema. Pero ese encuentro no fue todo lo bueno que se esperaba. Según explica Lola Domínguez, en el organismo no aportaron ninguna solución para el problema que, según ella y su familia, ha creado este departamento que depende de la Consellería de Medio Ambiente.

Pero mientras esta solución no llega, las precipitaciones que cada día amenazan a esta parte del litoral barbanzano se antojan difíciles de soportar para los González Maneiro.