La crisis también ha provocado un sustancial incremento de la bolsa de viviendas de segunda mano. Realmente, la mayoría de estos inmuebles son nuevos porque fueron adquiridos como inversión o para obtener algún beneficio mediante su alquiler. Algunos de estos propietarios quieren vender ahora porque las cosas no han salido como pensaban en un principio. El problema es que sus domicilios son más caros que los nuevos.
Las razones de esto son bien claras y están debidamente explicadas por las inmobiliarias. Estas personas compraron en un momento de auge constructivo y pagaron precios muy elevados. A la hora de revender quieren, cuanto menos, obtener el importe que desembolsaron. El problema radica en que en este momento es posible conseguir apartamentos similares más baratos.