«Cociñei para a selección española de fútbol na Eurocopa do 2000 e gustaríame repetir»

Laura López RIBEIRA/LA VOZ.

BARBANZA

Ha elaborado menús para políticos, deportistas y artistas, y su profesionalidad es una referencia en el panorama nacional

24 jul 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

José Manuel Otero es ya la cuarta generación de una familia que ha hecho de la cocina su medio de vida y también un arte al que han sucumbido paladares tan exquisitos como los de Norman Foster, Alejandro Amenábar, Miguel de la Cuadra Salcedo, Manuel Fraga, María Teresa Fernández de la Vega o Camilo José Cela, que acudieron a su restaurante en Taragoña en varias ocasiones. Sus antepasados abrieron una casa de comidas en esta localidad en 1878 y luego una panadería. En la actualidad, este rianxeiro regenta el restaurante Casa Isolina -por el nombre de su madre y su abuela- y la casa de turismo rural Vila Castriño.

Su vida y su familia están estrechamente vinculadas a la historia de Rianxo y también al arte culinario. Su propio tío Miguel Rodríguez, médico, fue el primer alcalde de Rianxo, durante la República. Pero la vida de Otero discurrió por el sendero gastronómico. Desde niño se inició en el mundo de la cocina junto a su madre y su abuela, que le enseñaron las recetas más deliciosas y que ahora reproduce en los menús que ofrece en su restaurante. «Gústame manter as tradicións, aínda que tamén incorporamos algunhas receitas novas», explica Otero. Entre sus especialidades está un bacalao al horno con tomate que elaboraba su madre, el paté de atún con mejillones, las xoubas y la empanada de maíz con berberechos o con xoubas.

Su formación con la familia fue tradicional, pero Otero ha viajado por todo el mundo enriqueciendo sus saberes culinarios y dejando a los demás el privilegio de comprobarlo. «Cociñei para a selección española de fútbol na Eurocopa do 2000 e gustaríame repetir», explica. Estuvo catorce días en Holanda y Bélgica, elaborando, sobre todo, «menús con moitos hidratos de carbono, ensaladas, carnes á brasa e salmón». La experiencia fue muy buena y por ello no pudo evitar sentirse emocionado cuando la selección, la misma para la que él había trabajado, ganó el Mundial hace unas semanas: «Encantaríame ter estado alí». Aunque su día a día discurre con sus labores culinarias y gestión del restaurante, junto a su mujer, su fama de cocinero ha traspasado fronteras y llegó a trabajar también en Ucrania y estuvo a punto de hacerlo en el Mundial de Corea.

Anécdotas

Además, por su restaurante de Taragoña han pasado personajes famosos del panorama internacional, que le han dejado, además de muy buenas experiencias y gratos recuerdos, una gran retahíla de anécdotas. «A Cela encantábanlle as sardiñas, tanto que non quería servilletas perfumadas para que lle quedara despois o aroma nas mans. A verdade é que ningún dos personaxes famosos que veu foi esixente, todos destacaron pola súa sinxeleza, simpatía e o bo trato que nos deron. Estou moi satisfeito e orgulloso dos clientes que tiven e que teño», continúa.

Es un enamorado de su trabajo, aunque por el momento no hay relevo generacional: «As miñas fillas non van seguir, pero quizais algún día un xenro ou un neto o fagan. Quen lle ía dicir á miña avoa que eu me ía encargar do negocio familiar». Un negocio que durante muchos años se conocía como A Casa da Cochera: «Aquí tiñamos un carro tirado por cabalos que se usaba para vender o pan. Ía ao peirao de Taragoña e cando a marea estaba baixa pasaba para ir repartir a Neixón ou Boiro».