El templo de San Martiño de Noia e incluso el dolmen de Axeitos sufrieron atentados similares

La Voz

BARBANZA

17 jun 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Lo de pintar sobre bienes públicos es un fenómeno está alcanzando dimensiones inauditas y que afecta a todo tipo de inmuebles e, incluso, restos arqueológicos. De hecho, la rianxeira no es la primera iglesia en la que algún vándalo se decidió a dejar su firma en la pared. Anteriormente, ya la iglesia de San Martiño de Noia, que además es un monumento históricos nacional, sufrió un atentado de similares características al rianxeiro.

Pero el primero de los episodios de este tipo afectó a un bien prehistórico: el mismísimo dolmen de Axeitos. Una pintada de color verde en la que podía leerse un «hola tontos» que escribió algún simpático con un bote de espray lució en el monumento hasta que Patrimonio dio su autorización para intentar borrarlo.

Algo parecido ocurrió en otro emblemático inmueble del patrimonio cultural barbanzano. Ni siquiera la Torre de Bermúdez pobrense logró escapar de la proliferación de las pintadas indiscriminadas que les gusta realizar a algunos.