Se puede pasear por muchos sitios. De hecho, en Barbanza, a nada que uno busque encuentra parajes con vistas de postal. Sin embargo, hay recorridos -ya señalizados y con paneles informativos- que le aportan un valor añadido importante a lo de calzarse las botas e ir a recorrer el monte. Uno de ellos es la ruta de las mámoas de la sierra de Barbanza. Quienes la hacen, dan testimonio de que es como recibir todas las lecciones de los libros de historia a la vez mientras uno recrea la vista en las aguas de la ría de Noia o de Arousa, porque el mar abraza a la montaña por ambos lados.
El paseo empieza en las proximidades de la EVA 10 -a la que se llega por la carretera de Boiro a Noia-. A partir de ahí, las llanuras de la sierra van quedando bajo los pies del caminante, que irá descubriendo más y más yacimientos arqueológicos. Mámoas, petroglifos y... cuando el cuerpo empieza a pedir papas, el gran regalo de la prehistoria: la ruta acaba en el Arca do Barbanza, uno de los gran exponente del Megalistimo. Son cuatro horas de caminata en los que caballos y vacas mostrencas saludan al forastero. Imprescindible llevar botas, porque el recorrido es monte a través.