La indignación de la propietaria, a medida que recapitula los antecedentes que según ella «han motivado esta situación», repunta al mencionar el gasto que el inmueble supone para su bolsillo. «Nadie me ayudó nunca a conservar el pazo. Solo me concedieron una ayuda en la época de UCD (1979-1982) para cambiar el tejado, pero al final se retrasó y cuando llegó se había reducido a la mitad». Desde entonces, reseña Filomena Teresa de la Serna, «he asumido yo personalmente tanto la rehabilitación como la conservación de la casa. Algo que me ha costado muchos créditos en el banco».
La misma titular termina recordando que la propiedad «siempre que ha venido alguien a conocerla, tanto yo como el resto de mi familia la ha enseñado sin problema».