«Boiro me dio la oportunidad de cambiar de vida»

BARBANZA

12 nov 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

«Pasé por todas las circunstancias por las que se puede pasar en la vida». Con esta frase resume su biografía Jorge Fakhri (Beirut, 1961). Este libanés, de 48 años, nació en el seno de una familia católica acomodada. Estudió en colegios privados y tuvo una infancia relativamente cómoda. Pero el estallido del conflicto de 1975 en Oriente Próximo trastocó los planes de su familia. Jorge se vio en la obligación de marchar con su madre, Laurette, a la isla caribeña de Guadalupe, donde residieron con una tía. Allí logró abrir diferentes negocios de ropa que le fueron bastante bien.

A los pocos años decidió volver a Beirut. «La situación parecía estar más tranquila en mi país y me quedé», relató. Allí conoció a la que ahora es su ex mujer, Nelly, con la que tiene una hija en común, Jessica, de 19 años. «Aquella fue una etapa en la que la vida me sonrió: tenía trabajo y una familia y ganaba dinero», comentó con cierta nostalgia en sus palabras. Y añadió: «El problema es que empecé a frecuentar ambientes poco recomendables para la gente joven y, de la noche a la mañana, perdí todo lo que tenía sin apenas darme cuenta».

Jorge tuvo que empezar de cero. Su hermano Roger, que reside en Lisboa, le propuso irse a vivir con él a Portugal, pero Jorge rechazó la propuesta: «Necesitaba salir del atolladero yo solo porque yo solo me había metido en él». Entonces surge la posibilidad de acudir al programa de reinserción del centro Desafío Total de Boiro. «Me habían hablado muy bien de este lugar y no me lo pensé dos veces», sentenció.

Corría el mes de abril del 2008. Jorge no conocía España, ni el castellano y mucho menos el gallego. «La adaptación fue muy complicada y gracias al director del centro, que hablaba francés, logré integrarme poco a poco». Y añadió: «Recuerdo perfectamente el primer día que llegué a Boiro. Llovía a cántaros y eso no lo había visto nunca antes ni en el Líbano ni en la isla de Guadalupe».

Segunda etapa

Una vez superada esta primera y complicada etapa de la reinserción, quedaba la segunda: buscar un empleo. Por mediación del centro Desafío Total, este nuevo barbanzano contactó con Rosana Torres, que dirige una academia de peluquería en el municipio boirense, un trabajo que en la actualidad compagina con el de agente comercial de una empresa americana de productos nutricionales.

A la hora de los agradecimientos Jorge Fakhri se sincera: «Boiro me dio la oportunidad de cambiar de vida. Jamás en este año y medio que llevo residiendo aquí me sentí un extraño. Al revés, hubo mucha gente que me ayudó y eso no lo olvidaré nunca».

Se siente tan barbanzano que no quiere ni oír hablar de una posible marcha: «No me planteo marchar de esta comarca porque, por suerte, formo parte de ella», dijo a modo de sentencia.

El ser originario de otro país le hizo valorar ciertos aspectos de la zona como la cultura, el paisaje y la gastronomía local: «A veces creo que no saben lo que ustedes tienen en Barbanza. El contraste entre el verde de la montaña y el azul del mar y del cielo es algo que no se da en otros lugares donde viví anteriormente». Según él, «cada vez que paso por Moimenta me paro para contemplar los encantos de esa zona: son sencillamente espectaculares».

Jorge Fakhri tampoco le hace ascos a la gastronomía local: «Me encantan muchos productos que se hacen aquí. El marisco y el pescado, como a la mayoría de los extranjeros que vivimos en la zona, son dos manjares que me fascinan. Pero también disfruto con la carne y el embutido, sobre todo el chorizo».

Familia

Una vez que ha logrado encauzar su vida personal y laboral, este ciudadano libanés tiene como reto ahora formar una familia: «Por lo de ahora no tengo novia, aunque eso ya surgirá cuando tenga que suceder».

Sin embargo, el semblante de su cara cambia cuando se le pregunta por todo aquello que dejó en el Líbano: «Allí lo dejé todo, mis padres, la casa donde nací, los amigos, la infancia, el colegio... Es muy duro tener que recordar todo aquello cuando estoy tan lejos. Siempre que puedo cojo el avión y voy hasta Beirut para pasar unos días con los míos, pero no es lo mismo que estar allí», subrayó.