«La playa de O Prado está dejada de la mano de Dios y de la de los hombres»

La Voz RIBEIRA |

BARBANZA

Este corrubedense, que no entiende el mundo sin el océano, recuerda lo duro que era trabajar en los bacaladeros

04 abr 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

A. Gerpe No sin cierto esfuerzo, el vecino de Corrubedo Bernardo Santos Sampedro decidió, a la edad de 55 años, poner el pie en tierra, después de haber pasado desde los nueve a bordo de barcos de todo tipo, desde las dornas de la ría hasta mercantes: «Trabajar en los bacaladeros fue muy duro, hoy no podría concebirse. Eran condiciones de esclavitud. Trabajábamos en turnos de doce horas en la cubierta del barco. El frío y los temporales de Terranova eran terribles».

Tanto tiempo entre olas y mareas deja una profunda huella, y Bernardo Santos reconoce que al principio fue bastante duro: «Al inicio de la jubilación lo echaba de menos y regresé otra vez a la mar. Estuve seis meses en Centroamérica. Después el barco paró para efectuar una reparación y fue cuando dije que me plantaba definitivamente».

Casado y padre de cuatro hijos, este hombre siente un verdadero apego por su parroquia natal, Corrubedo. Cuando se le pregunta cuál es su rincón preferido, no lo tiene fácil: «Tengo muchos rincones aquí, pero a la playa de O Prado le tengo mucho cariño, aunque está dejada de la mano de Dios y de la de los hombres».

Bernardo Santos señala que O Prado tiene una magia especial: «Es un lugar al que por las noches iba a pasear y muchas veces durante el día a leer. Digo iba porque ahora no lo hago tanto. A fuerza de acudir de manera periódica le fui tomando cariño». Este marino afirma que, sin embargo, el arenal de sus amores ha cambiado mucho, y no precisamente para mejor, por eso habla de que está dejada, sobre todo, de la mano de los hombres: «Antes no tenía los vertidos que hay ahora. Ahora vierten aquí cinco tuberías de aguas fecales. Del terreno del fondo, O Cantón, sale una tubería y, con la marea baja, queda todo al descubierto. Además, hay una casa en estado ruinoso, llena de escombros, junto a la cual se encuentra un pozo».

Movimiento social

Incapaz de permanecer impasible ante las cosas que le rodean y de cerrar los ojos como si no existiesen, Bernardo Santos dejó el mar e inició otra singladura, en este caso en el campo social y político. Desde hace años preside la asociación Faro de Corrubedo que, precisamente, trabaja para intentar que las cosas vayan un poco mejor en la siempre mágica tierra corrubedense: «Tenemos batallas continuamente, aunque con poco o ningún éxito. Estuvimos luchando para que se abriese la entrada al muelle de Corrubedo y no hemos logrado nada. Peleamos para que se hiciese una actuación en el puerto. Conseguimos algo, pero no lo que nosotros queríamos».

Si O Prado es un lugar emblemático para Bernardo Santos, las dunas no lo son menos: «Yo me crié donde ahora es la calle Delicias. Me pasaba horas en las dunas y en la Pedra da Ferreira, que está en lo que nosotros llamamos río do Mar».

Ganar el pan

Desde luego, para este hombre que ha pasado buena parte de su vida embarcado, vivir sin el mar resulta inconcebible: «Estuve navegando más de una veintena de años. La verdad es que ya estaba cansado de andar de un lado para otro. Me apetecía recalar en tierra y dedicarme a otro tipo de cosas. La verdad es que durante el tiempo que estuve embarcado no formaba parte de ninguna agrupación política ni de carácter social, me dedicaba a ganar el pan para mí y para mi familia».

Han transcurrido más de dos décadas desde que Bernardo Santos cambió los barcos por la tierra. Sin embargo, no ha parado quieto ni un instante durante todo este tiempo. Reside en su localidad natal, Corrubedo, de la que tanto tiempo permaneció alejado, pero está inmerso en un variado número de iniciativas y le gusta participar activamente de la vida del Ayuntamiento y de la localidad.

Desde la entidad Faro de Corrubedo intenta lograr mejoras para la emblemática villa marinera en la que reside.

Además, pertenece a Iniciativa Progresista de Ribeira, un partido constituido hace unos seis años y que en las dos elecciones municipales que se han celebrado desde su fundación ha conseguido representación con dos concejales.