Precursores del pop en gallego

Xoán R. Alvite

BARBANZA

Hace medio siglo comenzaba a escribirse en Noia una auténtica leyenda musical. La enfermedad del líder de la agrupación, Pucho Boedo, marcó el principio del fin

29 mar 2009 . Actualizado a las 03:00 h.

Es probable que de haber nacido en otro lugar hubiesen tenido la consideración de mitos, de grandes estrellas de la música. Seguramente en países con una cultura musical más amplia que la nuestra incluso tendrían su espacio en los libros de texto y su trayectoria se estudiaría en las escuelas como ejemplo de que, con trabajo y dedicación, se puede llegar a lo más alto sin tener que renunciar a principios tan básicos como la cultura o el idioma propios. Y es que Los Tamara han sido, sino el más grande, uno de los mayores referentes musicales que ha dado Galicia.

A ellos hay que reconocer, entre otros, el mérito de haber sido pioneros a la hora de interpretar pop en gallego o de musicar en plena dictadura poemas de escritores patrios como Curros Enríquez, Rosalía de Castro o Celso Emilio Ferreiro. También el de ser los primeros en tocar en la mítica sala parisina Olympia, donde estuvieron más de dos meses, compartiendo escenario con figuras del prestigio mundial de Charles Aznavour o Jacques Brel.

La historia de Los Tamara empieza en Noia en 1958 de la mano de Enrique Paisal, Alberte Romo, Manolo Paz, José Sarmiento, Germán Olariaga y, sobre todo, Prudencio Romo, un músico al que los entendidos consideraban excepcional y que fue el encargado de componer y hacer los arreglos de las canciones que interpretó el grupo durante sus 18 años de vida. De Prudencio Romo fue también la idea de fichar a Pucho Boedo como vocalista, lo que les llevaría a cosechar sus mayores éxitos. Pese a ello, antes de la incorporación del malogrado cantante la formación ya se había pasado unos años recorriendo Europa y, sobre todo, África con un notable éxito.

Desembarco en Vigo

El comienzo de la aventura en el continente negro estuvo marcado, como buena parte de cuanto le sucedió a Los Tamara en sus 18 años de vida, por el azar. La casualidad de participar en un concurso organizado por Radio Vigo que les permitió seguir tocando durante varias noches por locales de la ciudad olívica y conocer al empresario judío Monsier Marley que, tras contratarlos para tocar en un crucero por el mediterráneo, les propuso hacer una gira de un año por las principales salas del norte de África. Al final fueron tres años intensos sin regresar a Galicia en los que recorrieron ciudades como Tánger, Oman, Casablanca, Marrakech o Beirut y que se vieron interrumpidos, de forma repentina, por la intensificación de las revueltas contra el colonialismo francés. El estallido del conflicto armado les llevó precisamente a Francia donde otra casualidad, la escala que el avión hizo en Madrid, propició la incorporación de Pucho Boedo, que ya era popular en los ambientes madrileños de la época como líder del mítico grupo Los Trovadores.

Con Pucho al frente, Los Tamara gravaron 10 discos y 62 singles , entre los que se encuentran piezas tan míticas como A Santiago voy o Galicia, terra nosa . En 1974 publicaron el último de sus álbumes titulado Galicia, terra verde , con poemas de los principales autores gallegos, lo que supuso un hito histórico dentro de la música galaica. Dos años más tarde Pucho Boedo enferma y miembros históricos del grupo como Prudencio Romo o Enrique Paisal lo abandonan, lo que acabó provocando la disolución definitiva de Los Tamara.

Hubo que esperar hasta comienzos de los ochenta para volver a oír a Los Tamara comandados, con denuncia por el nombre de por medio, por Paco Montero y por un Pucho Boedo en el que la enfermedad ya había hecho mella. Los homenajes se sucedían llegando incluso a la colonia gallega en la emigración. El festival de fin de año de la Televisión de Galicia sería la última aparición pública del cantante que fallece el 26 de enero de 1986.

En el 2002, Los Tamara anuncian su regreso al mundo de la música con un disco patrocinado por la Consellería de Cultura. Los cinco integrantes de la formación inicial que inician la nueva aventura son Enrique Paisal, que todavía hoy sigue en activo; Prudencio Romo, quien falleció hace un par de años, Antonio Vázquez, Antonio Cruz y el vocalista Sito Sedes, que ya lo fuera en 1988 cuando el grupo grabó el disco Carta a un amigo , dedicado al malogrado Pucho Boedo.