Dos gallegos recorren Galicia en su propia dorna

Vanessa Lagares

BARBANZA

Moncho Amigo y Antón Coira atracaron en Portosín el pasado viernes

30 sep 2008 . Actualizado a las 11:03 h.

Construir una dorna y recorrer Galicia es posible. Y si no que se lo pregunten a Moncho Amigo y Antón Coira, dos personas que un día decidieron echarse a la mar y hacer su sueño realidad; dos hombres a los que una singular aventura marítima, que combinan con trayectos por carretera, les hizo desembarcar este último fin de semana en el muelle de Portosín.

Todo comenzó cuando Moncho Amigo, un escultor arousano, le propuso a un amigo subirse a la dorna que él mismo había hecho y comenzar una aventura de futuro incierto. El caso es que Antón Coira, un coruñés de 63 años, tras pasar una mala etapa de su vida y consultar la brillante idea con su única hija, aceptó consumar ese matrimonio que llevaría por nombre Orixes . ¿Que por qué esta denominación? «Porque es el nombre de la vuelta a los orígenes de la dorna», sentencia Coira.

Así las cosas, a finales del pasado mes de julio, estos dos lobos de mar accidentales iniciaron su peculiar travesía en Arousa, para luego continuar por el río Ulla, Combarro, la ría de Pontevedra, Muros, Portosín, el río Lérez y la ría de Camariñas. Allí, tras estropeárseles el remolque en el que transportan la dorna de un lugar a otro por carretera -«ni la embarcación que movemos a vela, remos o motor vale para ir por mar abierto, ni nosotros tenemos experiencia en el campo de la navegación», confiesa Antón Coira-, tuvieron que dejar el barco a la Guardia Civil.

Y así, entre ríos, rías y lagos se fueron pasando las horas hasta llegar, a día de hoy, al embalse de Portodemouros, en Arzúa, donde harán una travesía acompañados de algún pintor, historiador o gente del lugar que les proporcione anécdotas, como viene sucediendo hasta el momento. «En todas las travesías nos acompaña algún amigo de la zona que nos regala un dibujo o una historia, con los que tenemos la intención de elaborar un libro o una exposición para que la gente vea que esto ya es mucho más que un proyecto», explica Coira.

Hasta Escandinavia

A pesar de llevar dos meses viajando, los ánimos, lejos de apagarse, brillan con más fuerza que nunca. «Vamos a seguir subiendo hasta Ribadeo, en donde quedaremos con unos amigos para comer. Además, a medida que pasa el tiempo nos planteamos seguir la ruta por Asturias, Cantabria y País Vasco, para continuar navegando por el Sena, que tiene que ser precioso, subir a Alemania y desembarcar en Escandinavia, de donde es originario el barco», dice con ilusión este intrépido navegante. Luego, le sobran palabras para agradecer el apoyo recibido por el público que se acerca a recibirlos en los puertos en los que desembarcan, así como para los presidentes de los náuticos, quienes les animan a dejar la embarcación al servicio de las escuelas de vela, con el fin de que los más jóvenes puedan aprender el manejo.

Una vez en Escandinavia, la idea es donar la dorna a algún museo para que la expongan allí y cuenten su historia, de manera que se pueda contribuir así a fomentar el espíritu aventurero de la gente.

Financiación

Aunque hacerse cargo de esta empresa no es ninguna broma, dice Coira que «en lo económico preferimos no pensar, porque aunque se gasta bastante dinero lo estamos pasando en grande y hay cosas que no tienen precio, como ver los amaneceres». Luego, puntualiza que existe la posibilidad de que una entidad les financie el proyecto e incluso que las aventuras se conviertan en el guión de una serie.