Peregrinación calé a Santa Uxía

Hugo I. Ferrón RIBEIRA

BARBANZA

En directo | Medio centenar de gitanos acudieron al juzgado La detención de dos cabecillas del poblado de O Vao, un bastión inexpugnable desde hacía seis años, trajo a Ribeira a numerosos familiares

10 feb 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

?a detención de María Dolores Jiménez y Mariano Silva, en relación con el crimen de Ribeira, motivó una peregrinación sin precedentes hasta los juzgados barbanzanos. Cerca de medio centenar de amigos y familiares de los detenidos, según los cálculos de la propia policía nacional, no dudaron en trasladarse hasta el edificio para respaldar a los dos arrestados. Con la intención de prevenir cualquier altercado, también hicieron acto de presencia en la ciudad una veintena de miembros de la unidad de intervención rápida de A Coruña. Precisamente, fueron necesarios 30 compañeros del mismo cuerpo llegados de Vigo para que la policía nacional pudiese poner fin a la investigación en el poblado de O Vao, donde las fuerzas del orden hacía seis años que no entraban. Goteo de llegadas La jornada se inició con la llegada a los juzgados de Ribeira de los dos principales sospechosos de la muerte de Argibay. Bretal Paz y Fernández Romasanta entraron por la puerta del edificio poco antes de las nueve de la mañana, ante fuertes medidas de seguridad. Poco después, la policía nacional sugirió a los gitanos que aguardasen la llegada de los detenidos alejados de la entrada principal del inmueble judicial. Todos obedecieron sin ningún problema. Poco antes de la una de la tarde aparecía el vehículo que transportaba a los detenidos en el poblado de O Vao. Mariano Silva salía en libertad poco antes de las cinco de la tarde, después de hacer efectiva una fianza de 3.000 euros, mientras que Dolores Jiménez era trasladada, junto con los presuntos asesinos materiales de Argibay, hasta la prisión de Teixeiro. En los aledaños del juzgado se personó el abogado de ambos vecinos de O Vao, Fernando Romay. El letrado confirmó a los medios de comunicación que sus defendidos eran unos «delincuentes, pero decentes». En este sentido, apuntó: «Trapichean con algo de cocaína, pero nunca se meterían de lleno en un crimen de este calado».