Viaje a las entrañas de Barbanza

La Voz

BARBANZA

SIMÓN BALVÍS

El ex-luchador ribeirense Juan Hombre ha invitado a 13 chicos madrileños para que conozcan y aprecien la comarca Ni que decir tiene que las impresionantes dunas de Corrubedo, el místico dolmen de Axeitos y los castros celtas del Monte da Cidá y de Baroña son privilegios del Barbanza imposibles de meter en un museo. Ni siquiera en el Prado. Por eso trece jóvenes de la capital de España se han acercado hasta aquí para comprobar in situ la belleza de estas costas y practicar de paso un poco de artes marciales al aire libre bajo la guía del ribeirense Juan Hombre. Eso sí, antes hay que limpiar un poco.

11 jul 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

Los nueve jóvenes y cuatro chicas llevan en Galicia desde el 1 de julio y se irán el domingo por la noche. Pero, pese a que están en el último tramo de su visita, aún les queda lo mejor y lo más duro: cuatro intensos días de artes marciales guiados por Juan Hombre, el ribeirense afincado en Madrid que fuera campeón de España antes de que su carrera como luchador se viese truncada por un desgraciado accidente en noviembre de 1987. A pesar de estar paralizado de ambas piernas, a Juan Hombre le sobran redaños para guiar a estos trece chicos por el camino del guerrero Bugenki: una disciplina oriental que va más allá de las patadas y los puñetazos, y que tiene como idea esencial la espiritualidad, el control mental y el amor a la naturaleza. Precisamente con el respeto al medio ambiente tuvo que ver la actividad que inauguró ayer estos cuatro días finales. En vez de dar patadas y volteretas, los trece chicos tuvieron que recoger los desechos esparcidos en la zona de la Pedra da Ra, en el ribeirense Monte da Cidá. Un ejemplo a tener en cuenta, a pesar de que algún miembro del improvisado servicio de limpieza no estaba muy por la labor. Cuentos celtas A continuación, los muchachos tuvieron un invitado peculiar: Eusebio García. Este experto en tradiciones célticas les explicó las leyendas que envuelven a la tierra que pisan estos días. La legendaria ciudad de Valverde, los petroglifos de Boiro y Porto do Son, y la vida en los castros de Monte da Cidá y de Baroña fueron brotando ante los ojos de unos jóvenes demasiado cansados como para asimilar con claridad todo lo que les estaba relatando. Menos mal que el más pequeño de todos, de 5 años pero con mucho desparpajo, rompió la monotonía con sus espontáneos comentarios. Cuando Eusebio García se disponía a explicar cómo los celtas utilizaban crines de caballo para cazar conejos, el chiquillo se limitó a comentar que él los cazaría con una caja. Todo un ejemplo de practicidad. El narrador captó la indirecta y no se demoró en pasar a la acción y mostrar a la expedición uno de los lugares que había citado: las edificaciones castreñas de Monte da Cidá que, según comentó, son las que a mayor altitud están de toda la comunidad gallega. Y por fin el deporte: escalada, rápel y unas flexiones. Eso sí, con las correspondientes medidas de seguridad y en todo momento vigilados por cinco monitores. Tras la comida, un paseo hasta el dolmen de Axeitos y una visita a las dunas de Corrubedo: una zona idónea para la meditación, según Juan Hombre; y, junto a Fisterra y Santiago, una de las que más había gustado a los jóvenes. El menú que les queda a estos chicos en los tres próximos días es apetecible para cualquiera: prácticas de lucha en el agua, barranquismo y, como colofón, la remontada del río Pedras. También se les enseñarán juegos tradicionales gallegos, como la villa o el aro. El domingo por la noche se despedirán de estas tierras con la firme promesa de volver el verano que viene.