Cae en el puerto de Vilanova una planeadora fantasma de fabricación propia

Javier Romero / Serxio González / M. Torres VILANOVA / LA VOZ

VILANOVA DE AROUSA

Adrián Baúlde

El hallazgo de la Guardia Civil refuerza la idea de una creciente inclinación de los clanes de las rías hacia la construcción de artefactos ajustados a sus necesidades

20 feb 2021 . Actualizado a las 14:50 h.

Galicia continúa surfeando una descomunal ola blanca. Aunque no apareció un solo gramo de cocaína, no hace falta emplear un ordenador cuántico para adivinar en qué andaría metida la planeadora fantasma, de fabricación propia que, ayer de madrugada, fue interceptada por la Guardia Civil en el puerto de Vilanova de Arousa. Una especie de híbrido que parecía combinar una quilla profunda con las cámaras de flotación de una lancha semirrígida y un puente que recuerda al de un pesquero. «Nunca se vira un barco así», se asombraba un mariscador al contemplar, a primeras horas de la mañana, el enorme artefacto cuya eslora se iba más allá de los doce metros.

La planeadora, que carece de folio de registro, se hallaba montada sobre un remolque y enganchada a un cuatro por cuatro, sobre la rampa del puerto. Una patrulla de la Guardia Civil del puesto de Vilagarcía se topó con ella y su rutilante nombre, Clímax II, a las tres de la mañana, mientras realizaba una ronda de vigilancia. Un par de tipos trataban de remolcar la peculiar lanzadera cuando se dieron de bruces con los agentes. Uno de ellos, con iniciales L. M. U. G., echó a correr sin demasiada fortuna. Lo atraparon poco después. Su compañero L. J. M., de origen sudamericano, reaccionó con un punto más de audacia: se zambulló y consiguió llegar a nado hasta una batea. Demostró, con su proeza, una notable capacidad física, puesto que tuvo que cruzar las aguas del puerto y recorrer no menos de mil metros hasta alcanzar el polígono de mejilloneras más próximo a tierra. Claro que, a fin de cuentas, tampoco le sirvió de mucho. Una embarcación del instituto armado lo recogió y lo detuvo allí mismo.

Sin mercancía

Los registros no hallaron ningún tipo de mercancía en el interior de la planeadora. Sin embargo, la propia posesión de una embarcación de estas características, semirrígida, con una eslora superior a los ocho metros y sin documentación alguna, constituye en sí misma una vulneración del real decreto ley 16/18, cuya aprobación propició e impulsó el Servicio de Vigilancia Aduanera para poner coto, precisamente, a la utilización de lanchas de alta velocidad para la introducción de cocaína, hachís y tabaco. El incumplimiento de la obligación de registro y matriculación supone, además, un indicio razonable de que su destino no era, precisamente, organizar excursiones turísticas por la ría.

Lo que sí había a bordo era una cantidad importante de agua y alimentos. A partir de este punto, la unidad de la Policía Judicial de la Comandancia de la Guardia Civil en Pontevedra, que se ha hecho cargo de la investigación, trata de hilar el hallazgo del híbrido con alguna operación en marcha. La capacidad de almacenaje y las características de la planeadora, dotada de motores intraborda, apuntan a travesías en alta mar con dos o tres toneladas entre las tripas. Sorprende, por lo demás, que los dos detenidos la estuviesen manipulando en un lugar como el puerto de Vilanova, que permanece extraordinariamente iluminado por la noche. Por si fuese poco, el vehículo con el que intentaban moverla carecía de potencia para hacerlo, e incluso remolque se antojaba una minucia ante la mole a la que se enfrentaba. Los agentes que durante toda la mañana trabajaron a pie de obra para retirar el artefacto lo comprobaron en persona. El cuatro por cuatro ni por asomo podía con ella.

Intensidad en la construcción

Más allá de las hipótesis, el hallazgo confirma un par de cuestiones en torno al negocio en Galicia. Primero, la intensidad con la que se trabaja en el diseño y la construcción de lanzaderas ajustadas a las necesidades de los clanes. Aunque este modelo es inédito, ahí están el narcosubmarino de Cangas, las planeadoras utilizadas en los dos macroalijos de cocaína frustrados durante el confinamiento o las que fueron descubiertas hace dos años bajo la órbita de Sito Miñanco, un pionero en esta decidida inclinación hacia la investigación y el desarrollo, al hilo de la operación Mito. En segundo lugar, el creciente volumen de material que compone cada envío. Hace diez años, los 1.200 kilos interceptados en julio a bordo de un velero hubiesen resultado mareantes. Hoy parecen una minucia frente a las 3,7 y las 4,5 toneladas incautadas en marzo y abril. El propio Miñanco lo explicó en su día: «Somos xente de mar».