Una virgen de Fátima entre ranas, brujas y una fuente con maniquíes

Bea Costa
bea Costa VILANOVA / LA VOZ

VILANOVA DE AROUSA

MARTINA MISER

Una vilanovesa convierte el patio de su casa en un lugar de cuento, con figuras en miniatura de lo más dispares

28 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Los vecinos ya están acostumbrados, para los demás resulta imposible no pararse a mirar. Los niños se lo toman como una atracción y alguna mujer hasta se santigua. María Teresa, su marido Luis y su hija Pilar han creado en Cálago (Vilanova) un lugar de cuento, una suerte de país en miniatura en el que tan pronto caben enanitos y animales del bosque como un hórreo, un cruceiro o un altar. María Teresa es muy devota de la virgen de Fátima y en uno de sus muchos viajes al santuario de Cova da Iria (Portugal) no dudó en llevarse una imagen de su virgen preferida para colocarla en el patio de su casa.

Cuatro años atrás era un jardín como otro cualquiera, pero cortar la hierba era un engorro y decidieron ahorrarse el trabajo. Prescindieron del verde y echaron una capa de cemento, pero aquella explanada resultaba demasiado sosa y María Teresa empezó a poblarla con pequeñas figuras de yeso que tenía por casa o que compraba para la ocasión. A veces, incluso utiliza piedras de los caminos, como ocurrió con dos curiosas piezas que se encontró durante un paseo y que la pericia de su marido acabó convirtiendo en una suerte de mariscadora.

Ella pone la iniciativa y la imaginación, pero, sin las manos de Luis, el altar no tendría ni cristalera ni luz y los maniquíes de la antigua tienda de ropa de Pilar no habrían servido para decorar una fuente que echa chorros y todo. Más allá de los maniquíes, Pilar también ha contribuido a este país mágico con esas brujas que tanto le gustaba coleccionar y que ahora vigilan las estrellas junto a ranitas y angelitos.

Con esta afición, es fácil encontrar que regalarle a esta familia. Sus amigos suelen aparecer por casa con alguna figura y, así, poco a poco, han llegado al centenar. La más antigua tiene cuarenta años de historia y todavía quedan huecos libres para nuevas adquisiciones.

No es que Cálago sea un lugar demasiado transitado, pero esta virguería ya se ha colado en las redes sociales, provocando todo tipo de comentarios. Alguno no fue demasiado amable, por eso María Teresa huye de la cámara y prefiere mantener su pequeño mundo en el anonimato. Pero es imposible que pase inadvertido. «Ás veces pídennos permiso para facer fotos e xa houbo mulleres que ao pasar por aquí e ver a virxe, pararon a rezar diante da casa», relata. El foco de La Voz tampoco pudo sustraerse a este jardín animado.