Aquellas locas elecciones municipales de 1999

La Voz VILAGARCÍA / LA VOZ

VILANOVA DE AROUSA

La sección «No me hable de política» imprimió carácter a una campaña electoral irrepetible

18 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«Mi rollo es la música», confesaba el socialista Javier Gago poco antes de cosechar una rotunda mayoría absoluta.

El veterano político, capaz de recordar cuántas personas vivían en Aralde, reconocía dos aficiones: «El fútbol y el trabajo».

Fajardo alertaba: «La realidad virtual será el próximo opio del pueblo». No la clavó entonces, pero sí en la cita del 2003.

Galiñanes perdió la alcaldía en aquellas elecciones. Sincero, como siempre: «Nunca voy de farol, excepto en las cartas».

«Posiblemente no me afeitaría el bigote por nada», sostenía entonces Pérez. Finalmente sí lo hizo. También ganó la alcaldía.

Mucha música en aquella campaña del 99. «Os Beatles foron, e aínda son, a miña devoción». Chesqui dixit.

A Benavides le apasionaban los caballos. El suyo se llamaba «Soñador XII»: «De una estirpe ligada a los de Jesús Gil».

Rosa, una de las pocas mujeres que aspiraba a una alcaldía. Le hubiese gustado pintar Vilanova de naranja: «Mi color, vida, luz».

El candidato de la más poética de las candidaturas, Defensores de Vilanova e Parroquias, se proponía «dirixir a banda».

«Son unha persoa poliédrica», proclamó Tabuyo en el que probablemente fue el más abstracto de los titulares.

La Voz de Arousa salió a la calle con las elecciones municipales de 1987 a tiro de piedra. Nacía con ellas una sección que proporcionó grandes momentos al periodismo arousano. Su nombre era No me hable de política y quien la estrenó fue José Luis Rivera Mallo, entonces alcalde de la Vilagarcía, quien confesaba a Mercedes Escauriaza que era «un chico rápido». Aquella fórmula, que prohibía al entrevistado, siempre un candidato, hablar de lo que más le interesaba, ofreció sus frutos más espectaculares doce años después, con motivo de los comicios de 1999.

Los entrevistadores y el trabajo a la cámara de Vítor Mejuto brindaron páginas irrepetibles, convirtiéndose en referencia inexcusable de aquella campaña. Desentrañar los gustos musicales y las aficiones de los aspirantes a las distintas alcaldías -solo Rivera Mallo, por continuar con el veterano político conservador, dijo saber quiénes eran Iron Maiden- fue uno de sus aspectos más atrayentes. Pero, por encima de todo lo demás, aquella sección desbordó ironía, dobles y triples sentidos, y enormes fotografías.