La artista de los espantapájaros recala en O Salnés

Bea Costa
bea costa VILANOVA / LA VOZ

VILANOVA DE AROUSA

Mónica irago

Rosario Palacios trata de implicar en los concellos en iniciativas que buscan sacar el arte a la calle

03 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Acaba de instalarse en Vilanova «y amenazo con quedarme», comenta con una sonrisa. Rosario Palacios Orive es una de esas personas que buscan en la tierra algo más que un lugar donde vivir. Le gusta fusionarse con el paisaje y el paisanaje y ahora, para O Salnés, tiene un montón de proyectos en mente por desarrollar. De entrada ha donado al museo Valle-Inclán de Vilanova un retrato del escritor y ha dejado en préstamo otra media docena a propósito de una exposición organizada con motivo de la conmemoración del 150 aniversario del nacimiento del autor. Pero Rosario aspira a que su aportación vaya mucho más allá.

Hace ocho años llevó a cabo en Covelo el proyecto Artespantallos, con el que sembró de espantapájaros el municipio para recuperar esta señal de identidad de la población rural y revivir las antiguas costumbres. La idea partió de la asociación cultural La Cañada del Arte, de la que forma parte, y fue tal el éxito que la iniciativa llegó también a A Cañiza, Ferrol y la Ruta de la Plata.

Rosario Palacios pretende ahora recabar la colaboración del Concello de Vilanova para poblar también de «espantallos» la cuna de Valle-Inclán y, si es posible, montar, además, una exposición fotográfica sobre estos elementos, talleres creativos, tertulias formativas y charlas relacionadas con el mundo rural, en las que hablaría de remedios naturales para evitar las plagas hasta de los beneficios que reporta la agricultura ecológica tanto para el medio como para la salud.

Su propuesta es ambiciosa, pero es que esta artista no es fácil de conformar. Siempre busca algo más, dice, y en esta búsqueda ha venido a parar a Galicia desde su Burgos natal. La culpa fue del Prestige. «Viendo aquello no podía dormir», relata, así que en noviembre del 2002 se plantó en Arteixo. «Cogí las botas y me vine a Galicia a buscar aves petroleadas». Conoció a Man, vivió en primera persona el drama de ver el mar y la costa gallegas enterradas bajo el chapapote. Y, de paso, «me enamoré de Galicia». Acabó por abandonar el secano para encontrarse con el azul del mar, el verde del campo y los rojos y ocres de los viñedos de la zona de O Ribeiro en otoño, que terminaron por conquistarla.

Funcionaria judicial de profesión, acabó concursando para conseguir plaza en Galicia y hoy, tras pasar por Ponteareas, ahora trabaja en los juzgados de Vilagarcía. Se autodefine como «una niña de pueblo» que tuvo que salvar muchos obstáculos para poder alcanzar sus objetivos vitales y profesionales. De padre labrador, de jovencita cosía sacos en un taller y sus horizontes intelectuales estaban muy encorsetados; tenía una maestra de 85 años que les cantaba el Cara al Sol en clase y Cogollos, su pueblo, estaba lejos de todo. Pero no se conformó. Estudió Derecho por la UNED y en 1988 se convirtió en la primera alcaldesa de la provincia de Burgos. Y pintó, aunque no todo el mundo veía en aquella afición algo provechoso. Hoy además de pintar hace instalaciones con materiales de deshecho. «A todo le veo utilidad». ¿Por qué tirar las conchas de zamburiñas del restaurante de un amigo? A ella le sirvieron para hacer un espantapájaros del que se siente especialmente orgullosa.

Rosario tan pronto colabora con un proyecto sobre Santo Domingo de Guzmán en la catedral de Segovia como pinta balconadas en Betanzos o llena de Telas al viento la antigua fábrica de papel de Ourense. Le gustaría también pintar a mujeres gallegas como Emilia Pardo Bazán o María Pita, pero esa es otra historia. Su objetivo más próximo en el tiempo y en el espacio está en las leiras de Vilanova. Y los pájaros que se vayan preparando.