Guerra de guerrillas contra una invasora que viene de Asia

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

VILANOVA DE AROUSA

MONICA IRAGO

A tiros, con soplete, con drones, con escaladores... Y hasta a raquetazos se combate la plaga de vespa velutina

02 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Una de las numerosas definiciones de guerra de guerrillas que puede encontrarse fácilmente en Internet dice que es algo así como que es una guerra de pequeñas bandas, que actúan por libre y de forma irregular, contra un invasor que pisa fuerte. Eso es lo que se le viene a uno a la cabeza cuando repasa los mil y un métodos que se están llevando a cabo en Pontevedra, Vigo y Arousa para intentar acabar con la plaga de avispa asiática que, lejos de parecer controlada, cada día genera más problemas. Los servicios de protección civil, los apicultores, los concejales de Medio Ambiente coinciden en señalar lo mismo: no hay ningún método infalible para exterminar los nidos, es cuestión de ir probando suerte, y faltan medios para acabar con el insecto llegado de Asia. A continuación, repasamos algunas de las armas de combate utilizadas. No son las únicas, por supuesto. Y quizás tampoco las más efectivas. Pero, en algunos casos, sí las más pintorescas.

En cuestión de vespa velutina, hay que empezar hablando del Concello de Vilanova. Tienen anécdotas con la avispa para hacer una tesis. Las resume bien el concejal Francisco Costa. Este hombre, que incluso construyó una pértiga casera con una tijera de podar como base, explica que ya probaron casi todo para acabar con los nidos de altura, es decir, con los que están en eucaliptos de más de treinta metros. Usaron drones, pusieron a cazadores a batirlos a tiros... Y lo verdaderamente eficaz acabó siendo una cuadrilla de escaladores profesionales que fumigó anteayer hasta decir basta.

Supremacía del albariño

Luego está el asunto de los brebajes que se utilizan para llamar la atención de las avispas, embotar sus sentidos con sabrosas problemas, y hacerlas caer en todo tipo de trampas. En O Grove los hacen con cerveza negra, zumo de arándanos y Coca-Cola -la fórmula cambia un poco dependiendo del apicultor-. Pero en O Val Miñor creen que es mejor que el compuesto contenga también albariño, ya que creen que la supremacía de este vino a la hora de atraer insectos es total.

Dignos de mención son también los artefactos caseros que fueron fabricando aquí y allá los servicios de emergencias para intentar acabar con la plaga que este año ha zumbado con fuerza por toda la costa gallega. Por ejemplo, en Cuntis elaboraron una especie de bomba que echa gasolina y a la que le prenden fuego. Las avispas mueren luego cual churrasco en la parrilla. Y tampoco se puede dejar de hablar de Andrés y Juan Carlos. Ellos, de forma voluntaria y por amor a las abejas, recorren O Salnés retirando nidos. En su caso, el procedimiento consiste en aplicar insecticida para atontar los insectos y luego, eso sí, quemarlos.

Luego están las agrupaciones que utilizan las pértigas que repartió la Xunta de Galicia, las trampas, o el chapuzón. Sí, sí. En Santa Cristina de Cobres, en el Concello de Vilaboa, unos vecinos se atrevieron a coger los nidos de noche y los ahogaron en cubos de agua.