Las dos quinielas millonarias en tres semanas con sus dimes y diretes, y hasta desmentidos
VILAGARCÍA DE AROUSA
Un pleno al quince y un boleto multipremiado dejaban a dos afortunados de Vilagarcía y Vilanova mucho más de dos pellizcos, uno de ellos inicialmente reclamado para sí por un niño de 10 años
10 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Ha sido la comarca de Arousa una tierra más que razonablemente afortunada en el juego. Sin ir más lejos, ahí están los 56 millones de euros que el 22 de diciembre del año pasado regaban la localidad de O Grove y, a buen seguro, parte de sus muchos visitantes con la venta del número agraciado con el segundo premio del Sorteo Extraordinario de Navidad; un 58303 vendido íntegramente por la administración A Centola Dourada entre julio y septiembre, en plena campaña turística. Yendo bastante más lejos en el tiempo, en septiembre de 1999 encontramos otros dos buenos ejemplos del magnetismo que O Salnés demuestra hacia la cara feliz de los caprichosos juegos de azar auspiciados por la empresa pública Loterías y Apuestas del Estado. En el plazo de tres semanas, con tan solo siete kilómetros de separación, dos administraciones de Vilagarcía de Arousa y Vilanova de Arousa repartían la suma de 320 millones de las antiguas pesetas, cerca de 2 millones de euros, entre sendas quinielas. Dos golpes de suerte que desataron todo tipo de especulaciones sacadas del manual del cotilleo español, con alguna decepción infantil y hasta un desmentido público. Porque peor que a uno no le toque esa suerte que cambia la vida de un trabajador o parado es que, encima, lo confundan con quien sí ha sido visitado por la diosa fortuna.
Hace ahora 25 años, septiembre despedía su último primer domingo del Siglo XX con la noticia de que el único acertante del pleno al quince de la quiniela de fútbol de la jornada correspondiente había sellado su boleto en la Administración número 1 de Lotería de Vilagarcía. Si el dato en sí resultaba ya noticioso, imagínense cuando la titular del despacho, María del Carmen Cuevas, contaba que un muchacho rubio, de unos diez años de edad, había entrado a las diez y media de la mañana del día después asegurando ser la persona más envidiada del momento, no ya en la capital arousana, sino en toda España. Su única duda era saber si por solo 20 duros gastados —cien pesetas, 60 céntimos de euro— podía ganar los 147.910.000 pesetas —888.957 euros— que correspondía al aprendiz de adivino de turno.
«Era un niño con bastante personalidad, al que ya tengo visto por aquí; estaba un poco tristón porque no encontraba la quiniela [...] Aunque me resultó raro que de repente apareciese un niño solo y tan pequeño, el chaval estaba muy serio y también muy seguro de sus pronósticos», declaraba entonces la dueña de la administración. El sorprendente protagonista regaló una historia de la que hablar en todo el país, pero al chiquillo lo único que pareció acabar de reportarle su porfía fue un buen disgusto. Lo último que recogen las páginas de La Voz de Galicia sobre él es que, tras su breve encuentro con la lotera, marchó corriendo a su casa para buscar el papel de los casi 150 millones de pesetas que quizá había guardado en su cajón de los deseos.
Gasto de 400 a 3.200 ptas.
Lo único que trascendió del verdadero afortunado es que se trataba de un vecino de la localidad y que, para ganar lo que ganó, tan solo necesitó emplear 400 pesetas, sellando un boleto con tres apuestas dobles.
Tres semanas después, el cierre de la sexta jornada de Liga de Primera y Segunda División dejaron a tan solo siete kilómetros de distancia un nuevo alegrón a otro arousano. En esta ocasión, la bolsa del premio se fue hasta los 173.597.867 pesetas —1.043.381,82 euros—, aún sin pleno al quince. Un boleto múltiple de 3.200 pesetas —19,23 euros— con 64 apuestas, incluidas media docena de dobles, que se saldó, explicaba entonces a La Voz de Galicia la propietaria de la Administración número 1 de Loterías de Vilanova de Arousa, Isabel Castellón, con una quiniela de 14 acertada, seis de 13, quince de 12 y veinte de 11. Un grado de adivinación que solo había alcanzado esa jornada otro apostante en Blanes (Girona).
Castellón contó que un hombre de mediana edad y cliente habitual se había identificado la mañana del lunes siguiente al cierre de la jornada como el ganador, al tiempo que recordaba lo descabellado que le habían parecido sus apuestas en el momento de sellarlas. Hasta tal punto de que la lotera le habría repetido entre bromas que «con las barbaridades que ponía nunca iba a ganar».
Los que estaban para pocas bromas en aquel momento eran la peluquera y familia a la que los dimes y diretes en Vilanova habían agenciado la identidad de ganadora de la quiniela millonaria. Solo un día después de que ella misma lo negara, el padre y el marido de la mujer volvieron a desmentir los rumores, y lo hicieron mostrando además su indignación por lo que calificaban de «broma de muy mal gusto», de la que se había hecho eco algunos medios de comunicación locales.
Al parecer, el auténtico poseedor del boleto agraciado habría sido el propietario de una pequeña empresa que, tras conocer la cuantía del premio y pedir consejo a Isabel Castellón, depositó el resguardo en una oficina de la antigua Caixavigo en espera de proceder al cobro de sus 173 millones de pesetas.