Primero de Mayo en Vilagarcía: yo a Ravella, tú a la Casa do Mar

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

La división en dos manifestaciones volvió a penalizar la participación en la fiesta del trabajo, que apenas reunió a medio millar de personas

01 may 2023 . Actualizado a las 20:16 h.

Obviamente, existen razones que establecen una línea tajante entre las dos centrales predominantes en el conjunto de España, UGT y Comisiones Obreras, y la CIG, cuyo campo de operaciones está en Galicia. Algunas de ellas no tardaron en salir a relucir durante un Primero de Mayo que, por lo que respecta Arousa, concentró su escenificación en Vilagarcía. Mientras las organizaciones con implantación estatal reivindicaban los acuerdos alcanzados a lo largo de esta legislatura marcada por la pandemia, en relación con todo lo que tiene que ver con las mesas del diálogo social, el sindicato nacionalista arremetió contra algunos de sus resultados estrella, como los cambios introducidos en la reforma laboral que el PP había aprobado en la etapa de gobierno de Mariano Rajoy. Lo que para unos es un ejemplo de pragmatismo en la defensa de los derechos de las mayorías sociales, para otros constituye un fraude.

Lo que no parece tan claro es que esas razones justifiquen la especie de divorcio 2 a 1 que las tres centrales ponen en marcha cada 1 de mayo en las calles de la capital arousana, como en el resto de las ciudades y poblaciones de Galicia en la que se conmemora la fiesta del trabajo. De acuerdo, si es una fiesta, cada uno la celebra con quien quiere. No obstante, si es cierto que los márgenes de beneficio de las grandes empresas han crecido un 21 %, como argumentan unos y otros, mientras los salarios se quedan rezagados como los peores coches que ha pilotado Alonso. Si el poder adquisitivo de los trabajadores está hipotecado a fuego por una escalada salvaje de los precios, en una suerte de tormenta perfecta alimentada por la guerra de Ucrania y el oportunismo de algunos. Si todo esto es así, se diría que existen motivos para una acción unitaria bastante más poderosos que los que explican la división. Pese a todo, los segundos siguen ganándoles la partida a los primeros.

Así las cosas, a falta de esa convocatoria unitaria, el centro de Vilagarcía fue atravesado por dos manifestaciones diferentes en una mañana soleada. La que más madrugó fue la CIG, que hacia las doce menos veinte partía de la Casa do Mar con una nutrida representación de cargos y candidatos del BNG. El haberse opuesto frontalmente a la contrarreforma laboral que capitaneó el equipo de la vicepresidenta Yolanda Díaz, o a los cambios en el sistema de pensiones que introdujo el ministro Escribá, le permite a la organización nacionalista cargar contra el Gobierno central en la misma medida en que lo hace contra el de la Xunta. Ni siquiera es necesario actualizar las consignas. «Non, non, non á reforma das pensións» o «hai que derogar a reforma laboral» convivieron, así, perfectamente, con clásicos como «a Xunta de Galiza recorta e privatiza» o las llamadas a una «sanidade pública e de calidade». Media hora después de haber tomado la salida, la manifestación desembocó en la plaza de Galicia, donde Anxo Lúa, el portavoz del sindicato en O Salnés, tomó la palabra.

Martina Miser

Prácticamente al mismo tiempo, UGT y Comisiones echaban a andar desde los jardines de Ravella. En su caso, con un triple refuerzo desde el ámbito de la política, con representantes y candidatos del PSOE, Esquerda Unida y Podemos entre sus filas. Para abundar en los paralelismos, su recorrido coincidió en un tramo con el que una hora antes había trazado la CIG. La manifestación duró, también, lo mismo: en media hora, los participantes estaban de vuelta en Ravella para escuchar la lectura de un manifiesto que corrió a cargo de los portavoces de ambas centrales. Quien primero tomó la palabra fue Juan Bao, el secretario comarcal de CC. OO., quien garantizó que su gente seguirá en la brecha para que la crisis no se cebe en la clase trabajadora, en la línea del incremento del salario mínimo o la reforma de las pensiones.

Tal vez alguien se esté preguntando, a estas alturas, cuánta gente acudió a cada una de las dos movilizaciones. De nuevo, prácticamente la misma: poco más de 200 personas por barba con la que está cayendo. Da miedo pensar en lo que tendría que suceder para que, algún día, vayan juntos de la mano.