Guillermo Pedrosa: pintura y volumen para profundizar en lo real

Serxio González Souto
SERXIO GONZÁLEZ VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

ADRIÁN BAÚLDE

La indagación artística se alimenta de matemáticas, música y filosofía en la obra del creador arousano

22 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

A Guillermo Pedrosa (Vilagarcía, 1958), el 23F lo sorprendió en la sala de estatuas de la escuela de artes y oficios Mestre Mateo, en Santiago, donde estudió modelado, vaciado, escultura en madera y dibujo. «Lembro aínda que, cando me avisaron do golpe de Estado, eu estaba facendo debuxo mimético, recreando un dos escravos de Miguel Anxo con carboncillo. Aprendendo, nunha palabra». La anécdota sirve para ilustrar la pasión creativa que una visita a Madrid, como acompañante de un tío que debía ser operado, había despertado tiempo atrás en un chaval de 16 años al que se le daba bien el dibujo. «Pasei toda aquela semana no Museo do Prado. Mesmo comía dentro. Ollar o traballo dos grandes mestres que eu vía en libros e albumes foi todo un descubrimento. Poder estudar as súas pinceladas, a composición, todo o que puñan nas súas obras e ningunha reprodución, por boa que sexa, é quen de facerlle xustiza». A partir de entonces, las incursiones en la capital se repiten con una frecuencia que no baja de los cinco o siete viajes anuales. Siempre con el ojo puesto en alguna exposición, cuando el Museo Español de Arte Contemporáneo no se había convertido todavía en el Reina Sofía y abría aún sus puertas en la Ciudad Universitaria, y el Thyssen ni siquiera era un proyecto.

Quien descubra la obra madura de Pedrosa se sorprenderá al conocer que el artista arousano se considera pintor, por encima de cualquier otra categoría. Aunque el cromatismo se ha restringido a blancos, negros y grises, con alguna concesión a los tonos ocres del óxido, por mucho que el volumen vaya ganando terreno a la bidimensionalidad a marchas forzadas, lo que surge de su mente y de su mano sigue siendo óleo sobre lienzo, con todos los matices que se quieran añadir. «Sempre fun pintor, e aínda fican en min reminiscencias de pintor. Na miña primeira exposición individual, con 17 anos, no Casino de Vilagarcía, traballei un pouco con todo. Tinta china, acuarela, óleo, debuxo a lapis... Cando estiven no Mestre Mateo fixen algo de escultura en madeira e baleirado. Pero sempre me sentín cómodo na pintura sobre lenzo, ata que comecei a incorporar pezas de refugallo que o mar traía á praia, e ese lenzo foi gañando volume. Hai quen me chama escultor, pero os acabados son óleos. Non sei... Eu diría que é relevo».

Más allá de las definiciones, lo que es indiscutible es el carácter abstracto y fuertemente matérico de la expresión artística con la que Pedrosa trata de acceder al sentido profundo de la realidad. En su obra hay música, hay matemáticas, filosofía, estudio de volumen, experimentación con texturas y torsiones. Sus creaciones se fragmentan para abrirse a lo que se encuentra más allá; en ocasiones se encaran para sugerir diálogo y superación, enfrentamiento y oposición, en otras.

Los brazos del artista muestran las cicatrices de algunas quemaduras de ácido sulfúrico, como anotaciones a pie de página acerca del nivel que alcanza su compromiso con la exploración de las posibilidades estéticas encerradas en los materiales que moldea. La propia pared y el espacio que le otorga un contexto podrían funcionar como sustancia prima en sus manos. «Tes que formarte e mergullar, empregar o que vives, o que pensas, o que atrapa a túa mirada para que o oficio ou a habilidade técnica dean un paso máis e se transformen en arte», sostiene Pedrosa, como fruto del cultivo de la intuición.

La realidad fragmentada. La ruptura, física, matérica, cargada de significado, forma parte de la obra madura de Guillermo Pedrosa. El enfrentamiento, tal vez como una fase del diálogo. Para muestra, estas Xeometrías metamórficas.