Cajas de cartón y clips de Playmobil para aprender cómo nace una empresa

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

ADRIÁN BAÚLDE

El Aula de Emprendemento del IES Cotarelo Valledor es un laboratorio en el que se imaginan todo tipo de negocios: de un spa infantil a un servicio de alquiler de herramientas y electrodomésticos

30 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Emprender es un verbo que está de moda. Comenzó a utilizarse cuando la crisis de hace unos años puso la economía española contra las cuerdas. Entonces, la palabra se convirtió en el comodín fácil del que muchos echaban mano para invitar a los nuevos parados a poner en marcha sus propios negocios. Por desgracia, no siempre salió bien: cuando es la desesperación la que empuja al emprendedor, la operación no suele tener un final feliz. Porque para emprender hace falta prepararse, tomarse el tiempo necesario, medir cada paso, calcular cada movimiento. En el Instituto Cotarelo Valledor, en Vilagarcía, los alumnos de Formación Profesional cursan varias asignaturas pensadas para ayudarles en caso de que quieran poner en marcha sus propios negocios. Y además, desde el Aula de Emprendemento que coordina Pilar Silva, tienen la ocasión de vivir en primera persona ese reto de crear un negocio, aunque sea de forma simulada.

Ayer, algo más de una veintena de estudiantes se trasladaron al centro de Vilagarcía para participar en una intensa jornada de trabajo. En cinco horas tuvieron que mirar a su alrededor, detectar las necesidades que hay en su entorno, diseñar un proyecto de negocio, testar en la calle la opinión de la gente sobre su iniciativa, hacer los ajustes necesarios, exponer su idea y seducir al resto de sus compañeros para que invirtiesen en su propuesta al menos una parte de los mil euros simulados de los que disponía cada grupo de trabajo.

ADRIÁN BAÚLDE

De impartir la jornada se encargó Raquel Pedrouso, que marcó el terreno de juego en el que la rapazada podía desplegar toda su imaginación. Esta «facilitadora» de experiencias, experta en inteligencia emocional, se mostraba al final de la sesión de trabajo encantada con la energía desplegada por el alumnado. «Hay proyectos y hay ideas que son muy buenas. Algunas las veremos implantadas por aquí dentro de no mucho tiempo, por estos chicos o por otra gente», señalaba mientras recogía los bártulos usados durante la larga sesión celebrada en un aula cedida por UGT.

El grupo que ayer cerró la actividad —un centenar de alumnos han realizado ya este ejercicio intensivo— formuló proyectos de todo tipo. El favorito de la clase fue un Spa infantil desarrollado por tres rapazas que habían detectado la necesidad de facilitar a las familias de niños con problemas de piel o del aparato respiratorio un servicio que permitiese mejorar su calidad de vida. Consiguieron que el resto de la clase mostrase su disposición de invertir en ese negocio un total de 2.450 euros. «Es un tema de bienestar muy interesante», comentaba en voz alta Raquel Pedrouso, que no escatimó halagos para otro grupo que había diseñado un servicio de alquiler de pequeños electrodomésticos, enriquecido con una serie de talleres para aprender su manejo. «Ese es un servicio muy interesante. Yo podría usarlo», explicaba al término de la clase Pedrouso. Y también en las calles que los grupos recorrieron para testar el interés que su iniciativa suscita en el público, este servicio tuvo buena acogida. «De hecho incorporamos algunas sugerencias que nos han hecho», explicaba durante la presentación una de las responsables de este proyecto, en el que la clase estaba dispuesta a invertir 800 euros.

Una editorial especializada en libros interactivos en los que, bajo suscripción, se van desbloqueando alternativas y aventuras; una marca de ropa ecológica especializada en tallas XXL de varón; una consultora que desarrolla tecnologías para la hostelería y que se encarga de mantener actualizadas sus herramientas; una firma de construcción que trabaja con placas de acero; un aserradero que diseña muebles y utiliza los excedentes de madera para fabricar equipamientos de cartón para eventos y un concesionario especializados en coches de bajas emisiones, apoyado en un taller que adecúe los vehículos viejos a los nuevos tiempos, son algunas de las propuestas que salieron de esta jornada de trabajo.

«Lo que intentamos hacer es romper los mitos que envuelven el tema del emprendimiento. No tienes que tener una idea de una gran empresa para emprender», explica Pilar Silva. A su juicio, sería todo un éxito que alguno de los proyectos que han surgido en las jornadas del Aula de Emprendemento acabe madurando y regresando al Cotarelo Valledor, donde funciona desde hace años un vivero de empresas con el que se pretende apoyar a aquel alumnado que se decida a dar un paso adelante y poner en marcha su propia empresa. De momento, la rapazada que ha participado en la actividad de simulación desarrollada en las últimas semanas ha sacado varias cosas en limpio. Que cualquier idea debe ser trabajada, sometida a pruebas. Que descubrir el público objetivo al que se dirige un producto es fundamental. Y que el error solo es irreparable si no se extrae de él ninguna lección.