Adiós a quien abría las puertas del cine a los vilagarcianos

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

Cedida

Manuel Abalo falleció el pasado domingo a los 91 años

10 nov 2022 . Actualizado a las 12:35 h.

Allá por 1983 una pandilla de chavales salían a la carrera del colegio de A Lomba. Esta vez había una buena razón. En el cine Arosa se estrenaba ET aquel viernes y habrá que pegarse un buen esprint a riesgo de quedarse sin un buen sitio. O incluso sin entradas, porque, a veces, se acababan las entradas. No había peor faena que adentrarse en aquella especie de soportal que tenía el cine Arosa y cuando tenías la taquilla a la vista ver que se colocaba el cartel de «No hay localidades». La espera en la cola se aligeraba comentando los títulos de las películas clasificadas «S» que estaban en las vidrieras y soñando con que podrías ver Fiebre del Sábado Noche o alguna por el estilo colándote pese a no tener los 18 años. 

Ya cuando tenías tu billete entrabas en el cine tras dárselo a Manuel Abalo. Manuel, el portero que abría las puertas del cine de los vilagarcianos, comenzó a trabajar en el Arosa por tradición familiar. Allí ya trabajó su padre y allí lo hizo él durante toda su vida. Hasta que bajó el telón. Y cuando cerró el Arosa, se fue al Fantasio, y luego a los minicines UVE, hasta que a finales de los ochenta se jubiló. Compaginaba su trabajo con algunas pequeñas chapuzas, «para poder darnos la gran vida que le dio a sus hijos», recuerda Fernando, uno de ellos.

Recuerda Fernando que Manuel bromeaba a veces con que más que portero de cine, a veces era portero de discoteca, por el jaleo que le montaba la chavalada que se iba a la zona de platea del Arosa. Y lo cierto es que la fila de butacas que quedaba justo debajo de esa platea era la que más tardaba en llenarse porque allí podía caer de todo durante la película. «El cine era un acontecimiento social entonces. Cuando se celebraba el festival del Casino, cada año les cambiaban el uniforme», recuerda su hijo.

Manuel, que llevaba unos años renqueante tras una mala caída, falleció el pasado domingo, pero su rostro nunca pasará al olvido.