El instituto Cotarelo Valledor y las importantes lecciones que se aprenden viajando

Rosa Estévez
Rosa Estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

Martina Miser

El centro participa en dos proyectos Erasmus+ dirigidos a estudiantes de enseñanza secundaria y de formación para adultos

21 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Viajar es, probablemente, una de las mejores maneras de aprender. Saliendo de nuestro territorio geográfico, cultural y mental, descubrimos que se puede vivir de muchas formas y que hay muchas maneras de hacer las cosas. A veces descubriremos fuera cosas que nos gustaría importar, otras veces descubriremos que nuestro modo de afrontar determinadas cuestiones nos gusta más que ningún otro... Son esas lecciones uno de los motivos por los que Fernanda Miguéns comenzó a participar en el programa Erasmus+. Ella es profesora de inglés y durante mucho tiempo trabajó lejos de su Vilagarcía natal. Luego regresó y se incorporó al instituto Cotarelo Valledor, donde ha continuado con su empeño por brindar a su alumnado la posibilidad de viajar y aprender, de aprender y viajar. Con treinta años de historia a sus espaldas, el instituto ha incorporado a su catálogo de oferta educativa dos programas, uno de movilidad europea dirigido a alumnos de secundaria y otro pensado para alumnos que están estudiando el Bachillerato en la modalidad de adultos. 

Fernanda MIguéns desborda entusiasmo cuando habla de estos programas. Para desarrollarlos, trabaja codo con codo con Alicia Rodríguez, otra docente que se ha implicado al cien por cien con el desarrollo de estas iniciativas. Y es que para que ambas funcionen, es necesaria la implicación del profesorado, que deberá colaborar para llenar de contenido la experiencia del alumnado y el proyecto que deberán presentar.

El Erasmus+ de movilidad europea diseñado para alumnos de secundaria en régimen ordinario está vinculado con el medio ambiente, la economía circular, la huella ecológica y todas las caras de eso que hemos dado en llamar desarrollo sostenible. El proyecto de centro de este año aborda esas mismas cuestiones, por lo que el grupo del Erasmus+ tendrá ciertas facilidades para elaborar el trabajo que deberán presentar en noviembre en Bélgica y en octubre en Madeira. No son estos los primeros viajes que se realizan dentro de este proyecto: en mayo una primera expedición visitó Suecia. Fue toda una experiencia, asegura Fernanda Miguéns. «Esto no es un intercambio», aclara la profesora. «En Suecia, el alumnado se incorporó al instituto con el que colaboramos allí, hace una presentación del trabajo que habían realizado, escucharon las presentaciones de los demás centros que forman parte del proyecto...», explica la docente. Y resulta que de todo ello no solo sacaron mayores conocimientos sobre el tema que han trabajado, sino que además volvieron a casa con lecciones que nadie les ha dado. «Cuando volvimos de Suecia, por ejemplo, la chavalada alucinaba con el nivel de inglés que tenían allí. Y eso que ellos tenien dos horas de inglés de clase a la semana, nosotros tres. Yo les pregunté qué pensaban que podía influir, y claro, se dieron cuenta de que allí las series y las películas las ven en inglés. Yo siempre les digo a mis alumnos que aprovechen lo que la tecnología permite hacer ahora: pues eso, ver la tele en inglés, o seguir a algún influencer que hable inglés, o a alguna publicación que te obligue a leer aunque solo sean los titulares en inglés, porque todo eso ayuda. Pero no lo acaban de ver. Y sin embargo, en Suecia, pudieron verlo con sus propios ojos». Y esas lecciones que uno mismo aprende son las que no se olvidan, las que más valoramos. «Yo puedo motivar a mis alumnos, pero la que mueve montañas es la motivación que encuentran dentro de sí mismos».

Y los proyectos Erasmus+ ofrecen la posibilidad de descubrir esos motores internos. «Es obvio que esto tiene un coste para el alumnado. No es en dinero, porque los viajes son a gastos pagos, los asume la Unión Europea», explica Fernanda. Lo que hace falta a cambio es trabajo y compromiso. «Esto no es jauja. Hay que desarrollar el proyecto que vamos a presentar fuera. Por ejemplo, hacer un cargador solar portátil. Para hacerlo, quedamos algunos días por la tarde, o nos quedamos a comer los martes para aprovechar el tiempo entre la sesión de la mañana y la de la tarde», explica Fernanda Miguéns. Sorprendentemente, parece que el precio se antoja elevado: cuesta trabajo encontrar estudiantes con interés en sumarse a esta iniciativa, como si el esfuerzo que se le exige resultase inasumible. «Sin embargo, si organizas un viaje a Londres que cuesta 500 euros, todo el mundo queire ir», dice la docente.

Habrá que ver si pasa lo mismo con el Erasmus+ que ha sido concedido para los alumnos del Bachillerato de adultos. «Algunos me djieron que todas esas activiades eran para los alumnos de día y fue como un reto hacer un proyecto para ellos, que finalmente nos concedieron también». En este caso, versa sobre digitalización. «Básicamente, cada estudiante está crendo su propio cuaderno digital», explica la profesora. Utilizando una web especializada, van construyendo una especie de libro a medida de sus necesidades, aprendiendo de paso a manejar algunas herramientas informáticas. «El cuarderno digital es muy útil en casos como estos, porque son clases con unos perfiles muy diferentes. Tengo gente que viene de hacer el Bachillerato diurno pero le quedaron tres asignaturas; tengo personas de ciencuenta años que se descolgaron de los estudios hace tiempo y que ahora vuelven... Este grupo puede desmoralizarse muy pronto, necesitan motivación», explica Miguéns. Y el proyecto Erasmus+ pretende ayudar a estimular su interés y su seguridad. «Este es un programa diferente al de la ESO; no implica trabajar asociado con otros centros», señala la docente. Ella deberá encargarse de buscar un instituto que actúe como anfitrión cuando llegue el momento. Para elegirlo deberá tener en cuenta el perfil del alumnado que se decida a participar. «Son grupos que en su mayoría no tienen un gran dominio del inglés, entonces creo que orientaremos la búsqueda a Portugal e Italia, que por idioma parecen más accesibles».