Dos pueblos hermanos, un protocolo y el collar de la alcaldesa

Rosa Estévez texto | Mónica Irago fotos

VILAGARCÍA DE AROUSA

Vilagarcía y Matosinhos firmaron ayer el renacimiento de la alianza que se fraguó en 1959 y que ahora se quiere relanzar como motor económico y cultural

28 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El Museo da Memoria de Matosinhos es un edificio cargado de historia. Integrado en el recinto de la cámara municipal, el inmueble fue escuela y biblioteca, y ahora se ha convertido en el salón que la corporación lusa reserva para los actos más solemnes, para los eventos que están revestidos de un simbolismo especial. Fue en ese espacio de molduras doradas y pinturas color pastel en el que se firmó ayer por la mañana el protocolo de rehermanamiento entre la localidad anfitriona y Vilagarcía de Arousa. La presidenta de la cámara, Luisa Salgueiro, y el alcalde de la capital arousana, Alberto Varela, ambos socialistas, fueron los encargados de sellar un convenio que debería permitir robustecer las relaciones entre las instituciones de las localidades de ambos lados del Miño y, lo que es más importante, entre las comunidades a las que representan.

Ese, a fin de cuentas, ese es el objetivo: tender puentes que permitan un mayor conocimiento entre dos localidades que comparten muchas cosas, comenzando por ese «mar que nos une» al que hace mención el proyecto europeo que ampara el acuerdo rubricado ayer. El mar es un nexo fuerte, lo suficientemente fuerte como para borrar las fronteras que separan Galicia de Portugal. Dos pueblos hermanos, dos territorios que «falan a mesma lingua, o que é un patrimonio importantísimo porque non precisamos tradutores», en palabras de Luisa Salgueiro. La presidenta de la cámara destacó la importancia que los acuerdos de hermanamiento, cuando saltan del papel a la realidad, tienen a la hora de quebrar los «discursos xenófobos» que parecen estarse haciendo cada vez más fuertes en Europa. «Os documentos fican para a historia, pero as persoas son as que a fan e as que importan», señalaba Salgueiro, que mostró su confianza en que los lazos entre Matosinhos y Vilagarcía se robustezcan de mil maneras distintas, alimentados por los intereses comunes (económicos, deportivos, culturales) y por las «ganas» que tanto la corporación lusa como la vilagarciana tienen de defender la «causa pública» y de hacerlo, además, desde valores de respeto al otro, de solidaridad, de entendimiento.

En el mismo sentido se expresó Alberto Varela. El alcalde de Vilagarcía hizo hincapié durante su intervención en que «como di o lema deste proxecto, o mar nos une. Pero aínda máis nos unen as ganas de facer cousas xuntos». Porque las dos localidades pueden enseñar y pueden aprender, tanto a nivel institucional como empresarial y creativo.

Ya hay quien ha dado el paso

Como símbolo del renacimiento de este hermanamiento gallego-luso quedará el collar que la artista carrilexa Ana Miguéns elaboró para la presidenta de la cámara. Luisa Salgueiro recibió el regalo el lunes, y ayer compareció con el collar, una alegoría del mar y la pesca elaborada con los colores de la bandera de Portugal, en el acto de la firma del convenio. La veterana política ha convertido ese elemento en un objeto simbólico: «Gustaríanos ver nas nosas tendas as pezas de Ana Miguéns», recalcó. Porque este hermanamiento, que pertenece a una «nova era» en este tipo de convenios intermunicipales, pretende básicamente servir de herramienta para saltar fronteras, como ya lo ha hecho Fundiciones Rey con las tapas de alcantarilla que jalonan parte de la geografía urbana de Matosinhos, y establecer relaciones provechosas para la ciudadanía a distintos niveles.

Para ello, el lunes por la tarde se organizaron una serie de encuentros entre empresarios y colectivos de ambas localidades, que intercambiaron experiencias y en algunos casos esbozaron la promesa de futuras colaboraciones. Un representante del Leixões, por ejemplo, se entrevistó con el presidente del Arousa, Manuel Abalo, y con el representante de Os Ingleses, David Lema. Si el deporte unió la historia de Vilagarcía y Matosinhos en 1959, ¿por qué no va a ser un elemento dinamizador de este rehermanamiento 63 años después?

Mónica Irago

La apasionante historia de una ciudad y su mar

Tras la firma del protocolo de hermanamiento en lo que en su día fue un hermoso salón de baile, la comitiva vilagarciana visitó el Museo da Memoria de Matosinhos. Un guía vestido de la época en la que el edificio era un palacete relató la historia del inmueble: de casa noble, donde estaba prevista una visita real el día que se derrocó la monarquía, a sede de la policía, escuela y biblioteca. Ahora, el edificio es un museo de historia local que ha sabido sacar partido de las nuevas tecnologías: la embajada vilagarciana pudo visitar los principales monumentos de Matosinhos solo con ponerse unas gafas de realidad virtual.

Hubo una segunda parada, en la fábrica de conservas Ramírez. Es este un negocio con historia, nacido en 1853 como salazón, y que ha ido adaptándose a los tiempos. Creció con las guerras mundiales, introdujo y desarrolló nuevas máquinas para el sector y hoy, presente en numerosos países (de Líbano a Estados Unidos, dice su vídeo promocional), da trabajo a 200 personas, dispone de guardería para facilitar la conciliación, y suma grandes inversiones para implantar el uso de energías verdes y minimizar el consumo de agua.