Turismo, cultura y deporte: tres puentes para unir Vilagarcía y Matosinhos

  La Voz en Matosinhos: rosa estévez texto / mónica irago fotos

VILAGARCÍA DE AROUSA

Una embajada arousana desembarcó en la ciudad lusa para renovar su hermanamiento

27 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

A mediados del siglo pasado, Vilagarcía de Arousa y Matosinhos descubrieron, gracias a un partido de fútbol, que tenían muchas cosas en común. Aquel encuentro, de cuyo resultado no parece acordarse nadie, fue el germen del hermanamiento que en 1959 firmaron estas dos ciudades atlánticas. Esos lazos de tinta y papel se tradujeron, durante bastante tiempo, en intercambios deportivos de los que guarda buena memoria Manuel Abalo, el presidente del Arousa. «Eu lembro, de rapaz, ver xogar na Lomba o Leixões. E lembro tamén como a nosa canteira achegoulle xogadores ao Leixões como Cambre ou Bugallo», narró ayer en la cámara municipal de Matosinhos. Hasta allí había viajado Abalo formando parte de una delegación de empresarios, comerciantes, promotores culturales y políticos de Vilagarcía que se desplazaron a la localidad portuguesa con el objetivo de renovar los puentes tendidos hace sesenta años y que, durante las últimas décadas, habían caído en el olvido. Tanto, que muchos vecinos de la capital arousana desconocen la razón por la que existe en ella una calle llamada Matosinhos.

Ha llegado la hora de retomar el contacto: Europa premia con financiación aquellas iniciativas que aglutinan a municipios y entidades de distintos países y la Eurorregión Galicia-Norte de Portugal no quiere que se pierda esa oportunidad de crecimiento y desarrollo. Además, según señaló la presidenta de la cámara de Matosinhos, la socialista Luisa Salgueiro, se impone una nueva forma de hacer política: de aquellas viejas rencillas y desconfianzas entre vecinos, hemos pasado al tiempo de la cooperación y el trabajo mano a mano. O, para decirlo en palabras del regidor vilagarciano, Alberto Varela, es la hora de intercambiar experiencias y talento. «Matosinhos e Vilagarcía teñen cambiado moito dende 1959», recordó la alcaldesa lusa.

Y tanto. Ambas ciudades han crecido, han evolucionado y enfrentan ahora problemas impensables hace casi sesenta años. Es curioso: una localidad de 37.000 habitantes y otra de 172.000 abordan retos parecidos, como resolver los problemas de movilidad, promocionar formas de transporte sostenible o desarrollar un urbanismo pensado para las personas. En el marco del programa O mar que nos une también se pretende abrir puertas a la cooperación en materias como el turismo, la cultura y, por supuesto, el deporte, por el que comenzó todo. Son tres ámbitos íntimamente ligados en los que Vilagarcía y Matosinhos vuelven a tener muchas cosas en común: una gastronomía construida sobre las excelencias del mar; festivales musicales como el Beach Party de Matosinhos, el Atlantic Fest o Revenidas; la cultura que quiere invadir las calles; o un Camino de Santiago que ha despegado de forma rotunda a un lado y a otro del Miño, como prueba que en la ciudad lusa el número de peregrinos se haya disparado en los últimos años, y la cámara municipal quiere que siga creciendo.

Dos músicas distintas, cinco objetivos compartidos

La primera jornada de O mar que nos une sirvió para que los concellos de Matosinhos y Vilagarcía presumiesen de lo mejor que tienen. Lo hicieron a través de vídeos promocionales. El arousano tenía como banda sonora una trepidante pieza de música clásica; el luso, jazz interpretado por un grupo de la localidad. Las imágenes, sin embargo, guardaban evidentes parecidos: el mar como lugar de trabajo, el mar como espacio de ocio, el mar como germen cultural, los puertos como motor económico, la música y la cultura adoptando mil formas distintas… 

Esos vídeos paralelos son una prueba de la existencia de muchos focos de actividad compartidos, en los que se pueden abrir interesantes puertas de colaboración de la mano del programa Interreg 2021-2027, que busca fomentar la cooperación en ámbitos tan dispares como la innovación y la digitalización; el cambio climático y la transición ecológica; la lucha contra la despoblación de las zonas rurales; la colaboración institucional y el diálogo con la población a la hora de diseñar políticas de todo tipo.

Pero este hermanamiento, además de fomentar una mayor relación entre administraciones, quiere llegar a la calle: a las empresas, a las asociaciones culturales, a los clubes deportivos. Y es que, como señalaba David Lema, del Os Ingleses, hay muchos ámbitos en los que hay posibilidades de trabajar juntos. Una liga no oficial de rugbi entre equipos gallegos y del norte de Portugal que arrancará en unas semanas es una buena muestra de ello. «É moito máis sinxelo e barato xogar entre nós que con outros clubs dos nosos países, pero que están moito máis lonxe», señalaba. También Jesús Rey, de la Asociación de Jóvenes Empresarios, hizo un llamamiento a que este hermanamiento se convierta en una herramienta útil para los empresarios, especialmente los más jóvenes, de Vilagarcía y Matosinhos, de Galicia y Portugal.