Las monjas agustinas decidieron a última hora frenar la procesión de Santa Rita en Vilagarcía

Serxio González Souto
s. gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

R.E.

La imagen de la santa estaba preparada para salir, aunque privada de la figura de San Cristóbal y de sus estandartes

24 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Quien se haya dejado caer el domingo, a eso de las ocho de la tarde, por el entorno de Vista Alegre, en Vilagarcía de Arousa, habrá comprobado la enorme expectación que había despertado en la capital arousana la recuperación de la procesión de Santa Rita después de dos años largos de ausencia forzada por la pandemia. Es cierto que la lluvia caía por parroquias, ahora sí, ahora no, y que este fue el factor que determinó la suspensión del acto que congregaba a una multitud a los pies del conjunto monumental del que debía partir. Pero muchos de los asistentes, frustrados, dudaban de que la incierta intensidad de las precipitaciones bastase para dejarlos con la miel en los labios.

En realidad, la procesión de Santa Rita estaba preparada para recorrer el centro de Vilagarcía. Claro que con determinadas modificaciones con respecto al programa inicial. El orballo que cayó durante todo el día, en ocasiones convertido en chaparrón, convenció a las monjas agustinas que habitan el convento de Vista Alegre de retirar de la comitiva la imagen de San Cristóbal. Tampoco sus estandartes acompañarían a la santa en su salida, ante el temor de que la lluvia los dañase. Con los integrantes de la banda de música templando ya sus instrumentos, llegó la contraorden.

Las religiosas concluyeron que no tendría demasiado sentido exponer a una de las dos figuras de Santa Rita —la otra permanecería en el interior del templo— a los efectos de la lluvia, teniendo en cuenta, además, que la procesión iba a ver recortados no solo sus símbolos, sino también el trazado que estaba a punto de cubrir por las calles de la ciudad. Así fue como la cita se vino abajo por tercer año consecutivo.

Lo que iba a ser un fin de semana de calima africana mutó, en definitiva, en tres días al gusto primaveral del país, con sus nieblas y sus lloviznas. Ayer, las fiestas concluyeron con el Festivaliño para los pequeños y la última jornada de la Feira Celta. El año que viene, mejor. Seguro.