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¿Vamos a permanecer impasibles?

Consello do Mexillón de Galicia

SOMOS MAR

SIMON BALVIS

El Consello do Mexillón reflexiona sobre el conflicto de la mejilla y los cambios de gestión de ese recurso, que condicionarían seriamente, dicen, la viabilidad del sector

30 nov 2021 . Actualizado a las 21:16 h.

Resulta paradójico que cuando vamos al supermercado con la idea de comprar navaja gallega nos encontramos navaja holandesa, lo que se vende por zamburiña es concha de abanico del Perú y la almeja viene de Italia o de Portugal… Galicia pierde fuelle como potencia productora de moluscos infaunales como el berberecho, la almeja o la navaja. Las cifras oficiales de los últimos años así lo evidencian. Esa merma contrasta con el crecimiento experimentado por países como Portugal o Italia, que están sustituyendo a Galicia como principal proveedor del mercado nacional, con el riesgo que esta tendencia representa para un sector estratégico en nuestra comunidad autónoma desde el punto de vista socioeconómico.

Como se informaba estos días en los medios, los registros de los últimos ejercicios muestran que la hegemonía gallega se mantuvo entre 2016 y 2019. Pero en 2020 ya se produjo un trasvase en esa clasificación y Galicia, con 6.073 toneladas producidas, pasó a ocupar el tercer puesto, tras Portugal (6.391) e Italia (6.262). En lo que va de año 2021 la tendencia es similar porque hasta el 31 de agosto Italia había suministrado al mercado nacional 4.290 toneladas de moluscos, 3.609 Portugal y 3.183 Galicia.

¿Qué significa esta realidad? Que cedemos terreno en algo tan sensible para Galicia como la producción ligada al sector del mar. Es incuestionable que el origen gallego de pescados y mariscos siempre ha representado un reclamo altamente positivo ante los consumidores, una carta de presentación insuperable para productos provenientes de otras latitudes, que quedaban relegados a un segundo plano frente al valor añadido aportado por la «marca Galicia».

Ahora, ese enorme legado de tradición y calidad se está viendo seriamente comprometido por la competencia del precio portugués y del márketing italiano, con el riesgo potencial que representa para el futuro de un amplísimo tejido económico y social surgido y asentado en torno a las actividades relacionadas con el mar.

En ese escenario cobra más fuerza que nunca el mejillón, que ocupa por méritos propios desde hace décadas el «mascarón de proa» de la despensa marina de Galicia. Un suministro confiable y estable, con una relevancia que se ha mantenido a lo largo de generaciones y que alcanzó su culmen durante la crisis sanitaria causada por la Covid-19, cuando, a diferencia de otros, fue capaz de mantener su actividad y con ella el empleo asociado, declarado como esencial. Fue entonces cuando esta industria demostró de una manera incontestable la solidez de su musculatura, que le permitió ejercer un papel de enorme relevancia en el mantenimiento de la cadena de suministro alimentario. Durante esos meses, nuestro sector acrecentó aún más el carácter estratégico que siempre le ha caracterizado por su importancia socioeconómica con otro aporte fundamental: ser garante de la soberanía alimentaria.

El único producto-sector del mar de Galicia que es capaz de arraigar a la industria asociada a nuestro territorio. Una actividad bien gestionada desde la roca hasta el muelle, que asegura el mantenimiento de la cadena de suministro alimentario y con él de las actividades empresariales que lo conforman. Esa fortaleza no es fruto del azar, sino la consecuencia de un saber hacer basado en la tradición pero que también ha sabido tomar el pulso de cada momento histórico para adaptarse convenientemente a sus demandas. Por eso hoy asistimos con inquietud a los cambios que se están proponiendo en la gestión de la mejilla. Cambios que, de llevarse a cabo, condicionarían seriamente la viabilidad del sector.

Esos actores insisten desde hace tiempo en extender su influencia y ejercer unos pretendidos derechos sobre el control de la mejilla, cuya recolección en los bancos naturales ha sido un derecho histórico de los productores amparado por ley. Una actividad que ejemplifica como pocas la interacción respetuosa entre el hombre y la naturaleza. Una relación ligada a un proceso biológico que hace de las rías un auténtico criadero natural de mejilla.

¿Va a ponerse en riesgo el futuro del sector mejillonero de Galicia dejando que una parte estratégica de la gestión de ese recurso esté en manos de los mismos que no han podido o sabido atender sus obligaciones de mantener y fortalecer sus cultivos? ¿De verdad alguien ha valorado lo que supondría dejar en manos de terceros la gestión de la mejilla? ¿Alguien ha analizado lo que significaría que sucediese con el mejillón gallego lo que está sucediendo con el resto de los mariscos de Galicia? El mejillón, las empresas y las familias, no quieren saber nada ni de ERTE, ni de parones por la situación sanitaria, ni de pérdida de productividad de los bancos marisqueros, ni tampoco de aumento de las zonas improductivas. Nuestro sector del mejillón es como el mecanismo de un reloj de la más alta calidad, con un entramado de actividades que incluso en los meses más complicados de la crisis sanitaria se mantuvo en funcionamiento. Y también todos recordamos cómo se enfrentó y superó la crisis del Prestige con sus propios medios.

Este entramado empieza a funcionar todos los meses de diciembre cuando los productores aprovechan la seca para recolectar la semilla en la costa rocosa de Pontevedra y Coruña. Este suministro regular de mejilla es el que mantiene en funcionamiento este sector, personas y empresas, que suman 20.000 puestos de trabajo directos e indirectos. Un conglomerado que trabaja con gran perfección y se asienta con sólidas bases en nuestra comunidad desde hace más de 70 años. Hoy han decidido ponernos en riesgo, demasiado para permanecer impasibles.