Faustino Laya, el compañero que protegió las fichas de los afiliados de UGT en Vilagarcía el 23F

Serxio González Souto
Serxio González VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

Faustino fue nombrado militante de honor del PSOE de Vilagarcía hace cinco años
Faustino fue nombrado militante de honor del PSOE de Vilagarcía hace cinco años MARTINA MISER

Comprometido con el movimiento vecinal, militante del PSOE y por encima de todo sindicalista, Faustino ocultó aquel censo en su propia casa

06 may 2021 . Actualizado a las 19:06 h.

Acaban de cumplirse cinco años de un día que lo había hecho muy feliz. Faustino Laya Torreiro (Melide, 1939) fue nombrado militante de honor del PSOE de Vilagarcía en la comida que el partido del puño y la rosa celebraba cada Primero de Mayo en la capital arousana antes de que el covid dejase tantas cosas en suspenso. «Mentres me aguanten seguirei botando unha man», prometía entonces un hombre que, pese a su temprana militancia socialista y a haber desempeñado la concejalía de Obras en el primer gobierno municipal tras la recuperación de la democracia, siempre se consideró por encima de todo, incluso de su compromiso político, un sindicalista. Faustino acaba de fallecer tras una larga enfermedad en la que se fue apagando.

Momentos buenos, relataba hace unos años, hubo unos cuantos en el transcurso de una trayectoria de décadas de servicio colectivo en la que, independientemente de su paso por el Concello, ocupó la secretaría xeral de la UGT en Arousa y un asiento en sus ejecutivas durante largo tiempo. El peor de todos lo tenía muy claro. Cuando el 23 de febrero de 1981, un lunes, Tejero irrumpió en el Congreso pistola en mano al mando de una partida de guardias civiles, Faustino Laya estaba echando unos vinos junto a un grupo de amigos. «Saltou a noticia e fun á sede de UXT. Collín unha bolsa, metín as fichas dos afiliados e tróuxenas para a casa». Su padre, de ideas socialistas, no les había ocultado lo que sucedió en Galicia con la feroz represión franquista desatada al hilo de la Guerra Civil. Así que, temiendo otro baño de horror y sangre, introdujo aquel censo en un barril, dentro de la bodega de su casa, en Trabanca-Badiña, donde las fichas permanecieron «moi ben gardadas para que non as atopasen, ata que a cousa se foi estabilizando».

Su familia y sus amigos, el movimiento vecinal al que tanto esfuerzo dedicó, la UGT, el PSOE y el Concello -su hija Matilde es la actual concejala de Sanidade- lloran la pérdida de alguien que estuvo dispuesto a jugársela para proteger a sus compañeros cuando la amenaza negra y salvaje llamó de nuevo a la puerta, con la misma garra que él mismo reclamaba en su última entrevista para enfrentar las turbulencias de este tiempo incierto.