Viaje al pasado desde la punta de los zapatos

Sara Dorado VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

MONICA IRAGO

La zapatería Acosta, ubicada en la céntrica calle Alcalde Rey Daviña, lleva tres generaciones apostando por el calzado de calidad, «hecho para durar muchos años y mantenerse intacto»

21 ago 2020 . Actualizado a las 08:12 h.

En un mundo hiperconectado, donde las modas de temporada rigen los cánones establecidos, mantenerse imperturbable y no perder la esencia constituye todo un reto. A veces, lo tradicional es lo que rompe con lo establecido y deja marca. Lo sabe bien la familia Acosta, que lleva tres generaciones dedicándose a que los demás dejen una huella imborrable a cada paso.

La zapatería Acosta se fundó en 1904, fruto de la rebeldía de un joven Benito Acosta, que decidió escapar a América para evitar que su familia le impusiera trabajar como barbero. Acosta volvió del otro lado del charco seis o siete años más tarde con algo de dinero en el bolsillo, pero con algo mucho más importante: una buena idea. «Aprendió de la forma de hacer negocio que se hacía allí, que por aquel entonces estaba muy avanzada. Además en Vilagarcía, por aquel entonces, no había nada igual», narra su nieto Luís Manuel Acosta, gerente de la zapatería en la actualidad.

Así fue como Benito El Marcial -como le llamaban para diferenciarlo de un hermano al que le pusieron su mismo nombre, creyendo que el primero jamás volvería de América- creó una tienda de calzados y de curtido de pieles que contaba con diez artesanos que trabajaban fabricando y diseñando calzado en la trastienda del local. «También actuaban como mayoristas y vendían las piezas necesarias para que otras zapaterías crearan el calzado», añade Luis.

 La tienda causó furor en la zona, la gente venía en bici desde O Grove y en barco desde Ribeira para que El Marcial les mostrase las novedades de la época. Apostaban por la piel de más alta calidad y los zapatos solían ser de color negro para luego empezar a hacer zapatos marrones. Un mantra por el que la zapatería Acosta sigue rigiéndose en la actualidad: «Vendemos zapatos de altas calidades, de tal manera que quién compra repite», explica Luis, y añade «son zapatos que aunque les des uso se mantienen intactos».

Cuando la tienda pasó a manos del padre y del tío de Luís Acosta, el actual propietario, ellos decidieron ir un paso más allá que su predecesor y apostar por la reparación de calzado. Ahora, Luis vuelve a los orígenes de la tienda y solo se dedica a vender el zapato, aunque, en realidad, como no tiene a ningún empleado contratado, es un hombre 360 grados: «No voy a volver a retomar el tema de creación y reparación de zapatos que se hacían antes aquí porque estoy solo y ya bastante tengo con encargarme de la compra del producto, las cuentas, la venta directa...».

Luis ya lleva treinta años al mando del negocio, desde que falleció su tío y se jubiló su padre. Esta experiencia le permite conocer al publico potencial al que se dirige: «A veces voy a comprar zapatos a Vigo y me enseñan unos diseños demasiado modernos, que sé que en Vilagarcía no se venderían», cuenta.

Él vende zapato para mujer y para hombre «de calidad y cómodo», y aunque muchas veces no sean «zapatos a la moda», son clásicos «estudiados, porque llevo muchos años vendiéndolos». Acosta puntualiza que vende mucho producto a turistas, aunque no entra en sus planes extender el negocio hacia la venta online.

 Este es, precisamente, el «as en la manga» que Acosta tiene frente a otros establecimientos: el contacto directo con el público. «Yo mismo soy el que compra el producto y el que luego lo vende, así que puedo darle al cliente ciertas seguridades y consejos sobre lo que se está comprando; esa cercanía no te la pueden ofrecer unos grandes almacenes, por ejemplo, donde el empleado al final no tiene ni idea de cómo es el producto, porque esa no es su labor», explica.

Ante la pregunta que a cualquiera le ronda por la mente cuando escucha hablar de negocio familiar, contamos que no, por el momento parece que no habrá descendiente al que confiar una generación más el negocio de Rey Daviña. ¿Será este el fin de la empresa o conseguirá Luis inculcarle la pasión por lo tradicional a algún familiar? Dentro de veinte años volveremos a visitar la calle de las tiendas para asomarnos a la cristalera de la zapatería Acosta con la esperanza de que una nueva generación siga detrás del mostrador.