Varela concluyó su discurso con un compromiso que merece ser destacado: «Dentro das nosas posibilidades e competencias, para os vosos proxectos de expansión, sabedes que contados con nós. Do mesmo xeito que para o deseño da Vilagarcía do futuro nós queremos contar, e contamos, con vós». Ese porvenir pasa por el traslado de las instalaciones de Rubiáns, que se han quedado pequeñas, a la parcela que los Rey adquirieron en el polígono de O Pousadoiro. La operación le permitiría al grupo duplicar su capacidad de producción y multiplicar por dos su plantilla. La industria, al fin y al cabo, es el músculo del empleo.
El encargado de la réplica fue, por parte de los Rey, Elías Cochón, orgulloso de «75 años de entrega y lucha, de nuestra tierra brava y de las generaciones que crecieron creyendo en el futuro», apuntó el director comercial de la firma vilagarciana. La medalla de oro, dijo, se le concede a su familia, pero también a las de todos los trabajadores que han prestado sus servicios en la fundición desde 1944. «75 años llevando Vilagarcía por el mundo, posicionándola en la élite de nuestro sector, 75 años que dan para mucho, pero quedan muchos 75 años por delante», subrayó Elías, apuntando, también él, hacia el futuro. «Necesitamos el apoyo de quienes gestionan nuestra tierra para crecer juntos y alcanzar la grandeza que hace que los pueblos vivan en libertad». Fue un final en alto, emotivo, tras el que Alberto Varela hizo entrega de la medalla a Luis Rey Bóveda para que su hijo Luis Carlos rubricase su agradecimiento en el libro de honor del Concello. Los cuatro alcaldes y la alcaldesa que precedieron a Varela en democracia, empresarios como Ramiro Carregal o los Iglesias, concejales, amigos, compañeros y familiares les prestaron su aplauso. Ayer empezaban otros 75 años.