Dos viejos rockeros de la «Old School» entregados a seguir rasgando canastas

VILAGARCÍA DE AROUSA

MONICA IRAGO

Con 48 años, Patricio Serqueira acaba de descolgar las botas doce temporadas después de su retirada para enfundarse la camiseta del Sigaltec; Pombo sigue dirigiendo con 46 en el Illa de Arousa

30 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La llamada los coge por sorpresa a ambos. Del otro lado de la línea escuchamos risas cuando les preguntamos por lo que les preguntamos. «Pues sí. He vuelto, he vuelto», nos dice Patricio Serqueira, el argentino más vilagarciano, o el vilagarciano más argentino, que doce temporadas después de su retirada como uno de los bases más recordados del baloncesto en Arousa, jugaba el sábado su segundo partido con el Sigaltec de Primera Autonómica tras descolgar las botas con 48 años. «Más o menos: ando arrastrándome por los pabellones de Galicia», nos dice el cambadés Carlos Pombo, Bolero, el eterno director de orquesta del Xuven, cuando traemos a colación que siga repartiendo juego con 46 años en las filas del Illa de Arousa en las canchas de la Segunda Autonómica. 

Ojiplático se quedó más de uno el pasado sábado en el pabellón cambadés de O Pombal al ver una vieja cara conocida como la de Patricio Serqueira enfundado en la camiseta del Sigaltec de Vilagarcía, heredero del BBC en el que coescribió alguna de sus más brillantes páginas a comienzos de siglo. Llegado a Vilagarcía con 18 años, jugó en el extinto Liceo, militando después también en el Xuven, donde fue compañero de Pombo, el BBC y un Celso Míguez en el que puso un largo punto y aparte al término de la temporada 2006/07. «Me saturó el baloncesto. Y lo dejé», cuenta Patricio, que desde entonces y hasta el pasado septiembre mató su gusanillo por la actividad física tirando de pádel y fútbol, permitiéndose únicamente escarceos estivales con el deporte de la canasta jugando el Torneo Social de Vilagarcía con viejos compañeros de armas, como el propio Pombo. Eso, hasta que el roce volvió a hacer el cariño. Entrenándose alguna vez con su hijo «me empecé a animar de nuevo», recuerda, y en pretemporada «le pregunté a Luis Gabón, el técnico del Sigaltec, si podía entrenarme con ellos, por hacer algo yo». La cosa cogió velocidad, y «a finales de octubre los propios jugadores me dijeron “Tienes que fichar”». Patricio no necesitó mucho más. Un par de lesiones, un par de salidas de jugadores del equipo, y «en diciembre Luis me dijo en serio si podía echarles una mano».

La intención era haber debutado ya en el último partido del 2019, pero Serqueira había llegado solo un día antes de vuelta de Argentina. El día 18 de enero se reestrenó en A Estrada, volviendo a vestirse de corto el pasado sábado en el derbi contra su ex Xuven.

«Sales a ganar, por supuesto»

«La verdad, estoy encantado. El grupo es divino. Estoy disfrutando. Es como volver 30 años atrás. Estoy ilusionado». Más todavía desde que la percepción de su rol en el Sigaltec ha evolucionado en el sentido en el que lo ha hecho: «Al principio sentía que estaba ayudando. Ahora me siento como uno más del equipo».

Compañero de su hijo en algún entrenamiento conjunto de los equipos júnior y sénior del Sigaltec CLB, con 48 Patricio Serqueira tiene un buen motivo para animarse a iniciar un segundo ciclo en su carrera como baloncestista: «¡Ojalá pueda jugar algún día con mi hijo en el mismo equipo!».

El caso de Carlos Pombo es diferente. En septiembre del 2008 se retiraba en el Xuven, al que había ayudado a escalar por primera vez a la EBA. Pero solo dos años después de ver su camiseta enmarcada en O Pombal, su hermano Toño lo convenció para unirse al modesto Illa de Arousa, el equipo heredero del C.B. Ribadumia. Durante una década el conjunto, en su mayoría formado por ex del Xuven, se movió en Zonal, hasta que hace dos temporadas lograba el salto a Segunda Autonómica, donde repite este curso.

Ya con 46 tacos, ¿qué motiva a Carlos Pombo a seguir en la brecha? Riéndose, contesta que «hacer algo de deporte, juntarnos los viernes y, básicamente, ir a tomar cervezas en la de Salva y contar cuatro batallitas». Con todo, no hay sitio para las bromas en el diccionario Bolero cuando toca saltar a la pista: «Al final te lo tomas en serio. Una vez que pita el árbitro, el gen competitivo te sale. Sales a ganar, por supuesto».

El problema en su caso, y en el de su equipo -una mezcla a partes iguales de jugadores de 25 a 30 años, y de 40 a 50- es que, explica, «en nuestra Liga no hay veteranos. De hecho, casi todos son chavales, que se entrenan tres días a la semana. De ahí que físicamente nos pasen por encima. Tú piensas una cosa, y a la hora de ejecutarla ya no te da el físico».

«Tirarme hasta las zapatillas»

El Sigaltec, una categoría por encima, es uno de esos muchos equipos jóvenes de Autonómica que trabajan tres días a la semana. «Me costó, me costó ponerme en forma. Mucha contractura», confiesa Serqueira. Pero ahora dice estar entrando en calor: «Si me estuviese arrastrando, mi mujer sería la primera en mandarme para casa».

Sobre el paso de los años, Patricio y Carlos matizan su peso a la hora de enfrentarse a los partidos. En el caso del cambadés, priorizando el «pasárselo bien». En el del vilagarciano, poniendo por delante un «no sé si está bien decirlo, o no», resaltando que «ha bajado el nivel. No me sentí desentonado; para hacer el ridículo, me quedo en casa. Sé cuál es mi papel ahora, ayudar a los chavales, y enseñarles lo que pueda», aunque, riéndose de sí mismo y de su fama de «chupón», no descarta «tirarme hasta las zapatillas en algún partido».

Compañeros en el mismo equipo del Torneo Social de Vilagarcía desde hace tres años, Serqueira y Pombo se manifiestan encantados de verse sobre las canchas del baloncesto federado autonómico a estas alturas de la vida. «Me encanta, me encanta que Pombo siga jugando. Está en forma». El base del Illa de Arousa responde que le parece «estupendo» el regreso de Patricio: «Siempre está bien que los viejos rockeros de la Old School no se retiren. A ver si así la gente joven aprende un poco» [risas].