El maletín de backgammon más chulo lo ideó y fabricó un alemán en Vilagarcía

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

MARTINA MISER

Paso a paso, construyó un tablero que tiene hasta luces y que lo convierte en un modelo único en el mundo

22 sep 2019 . Actualizado a las 18:33 h.

Lutz mide la vida por retos. Atravesó desnudo un lago montado sobre una bici, organizó carreras de bicicletas sobre hielo y hace unos meses decidió que quería construir su propio tablero de backgammon. Pese a ser alemán, y pese a que en su país es un juego extremadamente popular, Lutz no se metió de lleno en ese mundillo hasta hace cinco años de la mano de su amigo y compatriota Chris. Fue él quien le dejó un tablero antiguo para que lo restaurara. «Estaba podrido. Solo tenía bien las fichas. Lo desmonté y preparé un plano. Fui a Maderas Redondo, y también a un tapicero. Pegué las flechas de cuero con crema de zapatos. Un trabajo enorme, pero pudimos jugar. Con el tiempo Vilagarcíael cuero se gastó y surgió la idea de hacer un maletín más grande y mejor pensado», recuerda.

Y Lutz se puso manos a la obra. Buscó información en Internet y vio que había maletines que valían hasta 25.000 euros. No había recursos para tanto, claro está, así que comenzó el peregrinaje. Primero probó con un amigo rotulistas y le preguntó por la posibilidad de utilizar metacrilato. Se lo desaconsejó. Tocó ir a Carril en busca de un cristalero. «El tipo pensó que estaba loco», bromea. Las fichas también tuvieron su intríngulis. Pensó cómo hacer los anillos. Buscó por los talleres un resto de tubo de 30 milímetros. Lo encontró. El siguiente paso fue pulirlo en otro taller y todavía faltaba cortarlo con un torno. Encontrar un hueco, fue un sábado, en el que estuviera libre la máquina y cortarlos. Hubo también una visita a la farmacia para encontrar la jeringuilla más grande que tuvieran para introducir una mezcla de resina, purpurina y catalizador en lo que serían las fichas. Una a una. Y tras todo ese trabajo resulta que las fichas no se desplazaban bien sobre el cristal. Eso se solucionó con algodón.

MARTINA MISER

«Y cuando estaba todo listo, Manolo (el propietario de la tapería Misterio) dijo ‘solo le faltan las luces’. Él tuvo la idea. Comenzó de broma, pero empecé a pensar cómo prepararlo», recuerda Lutz. Vuelta a empezar. «Tenía una camisa de cuero roja y comencé a cortarla para preparar los laterales. Compré dos sistemas de leds y luego tuve que pensar dónde instalar las pilas», explica. Y lo consiguió. Para asombro de quienes pasan los viernes por la tarde, que es cuando Lutz se junta con sus amigos alemanes y algún gallego que poco a poco va aprendiendo, por la calle Ramón y Cajal. Allí están ellos, sentados en la terraza del bar A Perla, con un tablero de backgammon de luces. La semana pasada pasó un húngaro, en su país es un juego muy popular, y les dijo que nunca había visto nada igual.

Todo el proceso le llevó a Lutz alrededor de tres meses. «En material gasté unos 150 euros, porque busqué el más económico posible, pero hay que contar el tiempo de trabajo», apunta

-¿Por cuánto lo venderías?

«Es una pregunta muy complicada de responder. Este maletín no lo he visto en ninguna parte del mundo. Chris me enseñó un día un vídeo de un americano que tenía uno, pero que funcionaba solo cuando se enciende una luz ultravioleta. Estoy pensando en hacer un vídeo y subirlo a Internet. Probablemente no lo vendería por menos de cinco mil euros».

Y cuidado, que ahora quiere ponerle música.