Viaje con la banda, en tren, a los orígenes del cine

Rosa Estévez
Rosa Estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

R.E.

Ádega decidió clausurar su Semana de Cine por todo lo alto: proyectando un clásico del cine mudo, acompañado por la música de la banda de Vilagarcía. Un producto delicatesen que llenó la plaza de A Independencia

03 ago 2019 . Actualizado a las 17:56 h.

"Si perdemos esta guerra, no será culpa mía". La frase la pronuncia Johnnie Gray, el protagonista de El maquinista de la General, cuando le niegan, por tercera o cuarta vez, la posibilidad de alistarse en el Ejército Confederado. "Si perdemos esta guerra, no será culpa mía", dice. Y se me antoja, al leer esas palabras, que forman un conjunto eterno y polivalente. La frase la podría pronunciar la gente de Ádega, o de la banda de música de Vilagarcía. "Si perdemos esta guerra, y la cultura se va al garete, no será culpa nuestra". Durante todo el año, ambos colectivos trabajan a destajo, cada uno por su lado, para promocionar el amor al cine y a la música entre los vecinos de la capital arousana. Ayer viernes, unieron sus fuerzas en la plaza de A Independencia. Ádega puso la película, un filme de Buster Keaton que, pese a haber sido un fracaso en su momento, figura entre las grandes películas de la historia. La banda puso sus instrumentos y su arte al servicio de esa cinta, señalando con su interpretación los momentos más vibrantes de la historia de Johnnie Grey, uno de esos tipos que se convierten en héroes por casualidad.

La oferta era sugerente. Y la realidad superó todas las expectativas. La temperatura, perfecta. La disposición de la pantalla y las sillas, cómoda. La película, una joya por la que no ha pasado ni uno solo de los 93 años que cuenta. Y las interpretaciones de los músicos, la llave que nos permitió imaginarnos como serían aquellas primeras salas de cine en las que a las imágenes se les ponía la banda sonora en vivo y en directo.

En su conjunto, la experiencia fue un éxito. Y demostró que los buenos productos culturales no solo atraen al público, sino que no tienen fecha de caducidad. Las sillas se llenaron. Y entre el público, inquietos primero y concentrados después, algunos rapaces. Comenzaron mirando a la pantalla con cierto recelo: ¿el mundo en blano y negro? Acabó la chavalada como todos, riéndose con las aventuras del pobre de Jonnhy Grey, El maquinista de la General