El chaval que soñó con jugar el Grand Slam y se levantó maestro de tenistas

Pablo Penedo Vázquez
pablo penedo VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

MARTINA MISER

Tras sacrificar su adolescencia en pos de una carrera profesional, Daniel Otero concluyó con 18 años que ese era un fruto prohibido. No tardó en hacerse entrenador, y desde el C.T. O Rial siembra semillas ATP y WTA

06 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras algo más de dos años de suma y sigue creciendo en la Academia Tenis Ferrer, la vilagarciana Jéssica Bouzas arrancará a mediados de mes el 2019 peleando en Túnez sus primeros puntos WTA, el gran circuito femenino profesional, con el número 141 en el ránking mundial Sub-18 ITF Tennis Junior acompañando su nombre. En esas mismas fechas, el santiagués Rafael Izquierdo se subirá en un avión con destino a la University of Oklahoma para incorporarse a su equipo de tenis, en el Top 15 de la máxima categoría de la NCAA, la principal liga deportiva universitaria de los Estados Unidos, a fin de relanzar su carrera y acceder a la ATP, el gran circuito profesional masculino. Un camino, el de la universidad americana, que el vigués empadronado en Vilagarcía Luis Montull iniciaba hace año y medio en la University of the Cumberlands de Kentucky y su conjunto de tenis, Top 15 en la NAIA, la liga deportiva de los centros de enseñanza superior estadounidenses de menor tamaño. Los tres tienen un denominador común. Haber aprendido a pasar de gatear a andar con paso firme, pero también a arrancar sus primeras zancadas en el tenis de la mano del vilagarciano Daniel Otero Walters (3/III/1979) en las pistas del C.T. O Rial.

El director deportivo de la escuela de O Rial peleó en su día lo que sus exalumnos trabajan hoy. Una carrera profesional. Hasta que con 18 años llegó a la pronta conclusión de que ese camino le estaba vetado. Casi de inmediato, orientó su pasión por el deporte de la raqueta hacia la formación.

La figura de Otero, y su labor profesional, entierran sus raíces en aquel grupo de aficionados al tenis que pasaron de echar mano de las pistas del albergue de As Sinas y las de Fontecarmoa, a asociarse para comprar las dos pensadas inicialmente para dar servicio a los propietarios de la urbanización de O Rial. Entre esos aficionados que constituyeron en 1987 el club de tenis vilanovés estaban los padres del futuro director deportivo de su escuela.

«Yo empecé en las pistas de O Rial, golpeando la pelota en una pared, en una verja, y jugando con los adultos», recuerda Dani Otero. Después vinieron las clases dos días a la semana con los primeros monitores del club, los vigueses Juanma Diéguez, padre e hijo.

El estreno en competición descubrió a un chaval al que no se le daba nada mal lo de ganar con una raqueta en las manos. Y la suerte quiso que en sus últimos años de EGB «mi profesor de Educación Física en el colegio me dispensó de ir a sus clases para poder acudir a entrenarme con el grupo de jugadores que la Federación Gallega de Tenis tenía becados en el Centro Galego de Tecnificación de Pontevedra», nos cuenta. Un grupo de quince promesas del que entraría a formar parte en su primer año de BUP, y en el que bajo la dirección técnica de Fernando Rey Tapias con Héctor Vázquez de apoyo, coincidió con los dos mejores jugadores gallegos de tenis de la historia, Óscar Burrieza y Lourdes Domínguez.

Campeón y subcampeón infantil, campeón cadete y subcampeón júnior gallego, Dani Otero entrenaba todas las mañanas y estudiaba el bachiller en el Instituto Sánchez Cantón de Pontevedra con clases desde las 6 y 20 de la tarde. Además de los Campeonatos de España, probó un verano a jugar el circuito del norte, en lo que hoy serían torneos future, los más bajos con puntos ATP en juego, perdiendo en primera ronda en Vigo, Santander e Irún; citas con Marat Safin y Juan Carlos Ferrero entre sus participantes. Tenía 17 años. Al siguiente, mientras cursaba COU a distancia, el vilagarciano decidió abandonar el CGT, primero, y tras probar por su cuenta con base de operaciones desde O Rial, poner punto y final a su sueño de ser profesional.

Otero lo argumenta así: «Conocí el circuito profesional, vi que había mucho nivel. Que después de que la mayoría de mis compañeros en el CGT lo dejasen, no tenía gente de mi edad de nivel con la que entrenarme que necesitaba, y que no tenía recursos para acudir a los torneos; a lo que se sumaron los estudios. Tomé la decisión de dejarlo. Fue una decisión madura. Y fue difícil. Primero, porque la ilusión que había tenido de pequeño de ser profesional, recorrer el mundo, triunfar, se acabó. Es duro sobre todo por tanto esfuerzo dedicado. Y duele sentir poder haber defraudado a tus entrenadores».

Pero Dani Otero siempre se vio vinculado al tenis. Y el entonces director deportivo de la escuela del C.T. O Rial, el coruñés Dani Ramos, no tardó en animarlo a empezar a trabajar como entrenador con 20 años los fines de semana mientras cursaba la licenciatura de INEF en Oleiros. La carrera acabó estacionada a falta de cinco asignaturas cuando desde el club le pidieron más.

Hace diez años Ramos dejó Arousa, y el club apostó por Otero para dirigir su escuela. Por entonces llegaron a sus manos Rafa Izquierdo, Jéssica Bouzas y Luis Montull, que tuvieron en el vilagarciano un pediatra de lujo que los hizo crecer sanos y fuertes antes de iniciar sus propios caminos. Un sendero que confía en ver recorrer al vigente campeón gallego infantil y jugador del C.T. O Rial Manuel Fernández. 

Tras un tiempo reflexionando, viendo que «la escuela del club era buena, pero no se conocía bien, y tenía una imagen exterior elitista», hace cinco años Otero se asoció con Manuel Acuña, profesor en el club, constituyendo la firma DM Sport. Un instrumento que, explica, usan de palanca para hacer crecer el tenis en Arousa, y el C.T. O Rial en particular. Su escuela ha pasado en ese lustro de unos 65 a 105 alumnos, impartiendo en paralelo clases en cinco colegios y tres municipios. «Ahora disfruto más de mi profesión que hace 5 años, como hace 5 años lo hacía más que hace 10», dice Dani Otero con ilusión; ese ingrediente que no puede faltar en la carrera de un ganador.