La cara alegre y bondadosa de la mítica pensión Garabán

x. melchor SANTIAGO / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

Trataba a sus clientes como si fuesen de la familia y les daba el apoyo que les faltaba

07 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Hasta que no he visto su esquela, no he sabido que señora Gloria se apellidaba Rodríguez Campos. Y eso que, como para tantos otros, esta mujer alegre, honrada y bondadosa, fue para mí mucho más que la dueña de la mítica pensión Garabán, el primer cobijo que tuve cuando en el verano de 1993 llegué a Vilagarcía para hacer prácticas en La Voz. Por muchas razones, fue lo más parecido a una madre que teníamos todo aquel batallón de desplazados. Había escasos lujos en el Garabán, pero se tardaba poco en cogerle cariño y en sentirse como en familia. Por algo solo tengo buenos recuerdos de aquella época. Si cierro los ojos, veo nítidamente a señora Gloria ataviada siempre con su mandilón y entre los fogones, apaleando filetes para que estuvieran bien tiernos y friendo huevos y patatas.

En las mesas siempre estaban sus hijas y sus yernos, que comían lo mismo que los clientes -buena señal-, y sirviéndolas la risueña de Pili, a la que la buena de señora Gloria adoptó como hija para darle lo que la vida le había negado en un principio.

Es difícil salir de casa por primera vez con tan solo veinte años. Enfrentarte a un lugar desconocido, al trabajo y, sobre todo, a no tener a nadie a quien pedir consejo. Señora Gloria nos daba ese apoyo. Consejos y mucho más. Porque no dudaba en aplazar el cobro cuando alguno no tenía dinero para pagarle e incluso sé de algún caso en el que hasta le prestó cuartos a algún cliente. Pura bondad. Los que pasamos por su casa jamás la olvidaremos.