La sucia parte de atrás de Adif

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

MARTINA MISER

Los terrenos donde estaban los talleres de Renfe se han convertido en un páramo que recuerda a Chernóbil

15 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La primera sensación que te asalta cuando entras en los terrenos que Adif tiene donde estaban situados los antiguos talleres de Renfe en Vilagarcía es que estás inmerso en un documental de DMax o de Odisea, en el que el cámara visita una zona cero de algún conflicto bélico; un Chernóbil a apenas cien metros de la playa de A Compostela. La denuncia apareció en las redes sociales (en concreto en el grupo El Criticón) y parecía tan increíble que había que ira a echarle un vistazo.

¿Es posible a que cien metros del parque de A Compostela crezca un vertedero en el que se puede encontrar todo tipo de elementos? Sí, es posible. De hecho, la sensación de que en algún momento puede aparecer algún lobo estepario radiactivo tipo Chernóbil no abandona en ningún momento al visitante.

Quizás sea una exageración, pero hay más material ferroviario en ese enorme descampado que en el Museo do Ferrocarril que está apenas a unos metros - y en el que sigue bien a la vista un grafiti que lo afea desde hace años en su fachada posterior- y que es más que probable que necesite una revisión.

Por allí hay de todo: viejas traviesas, raíles, material de todo tipo y hasta esos elementos de plástico que sirven para marcar las carreteras en los tiempos de obras y que vaya a saber usted a saber cómo acabaron ahí. En realidad, la sensación que da es que todo lo que había en los viejos talleres allí se quedó. Nadie se ha interesado por llevarlo, ni legal ni ilegalmente. Aunque claro póngase usted a caminar sobre la vía con esas enormes tuberías que allí están.

Fue en el año 2001, en el mes de diciembre, cuando el pleno de Vilagarcía llevó a debate un proyecto de urbanización que llegaría tras un acuerdo entre Renfe y el Concello. Un proyecto según el cual Ravella ganaría 16.000 metros cuadrados de espacios verdes y zonas de uso público y se preveía la construcción de nada menos que 222 viviendas y hasta un hotel.

La propuesta implicaba la creación de dos manzanas abiertas, con bloques exentos de viviendas situadas a un lado del vial principal. El otro lado se destinaría a la construcción de un hotel, que tendría una planta más que el resto de edificios. El proyecto traía de la mano también la construcción de un paso inferior por debajo de las vías del tren.

Todo quedó en nada. Allí ahora reina un inquietante silencio que ya ni siquiera rompen los trenes, porque ya son muy pocos los que por ese lugar pasan. Reina, en realidad, la sensación de que es otro caramelo que está siendo desperdiciado.