«Para ser sepulturero hace falta echarle un poco de valor; yo enterré a mis padres»

Pablo Penedo Vázquez
pablo penedo VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

MARTINA MISER

Juan habla con naturalidad de los rigores de su oficio tras once años en una funeraria y nueve de funcionario 24 horas

29 oct 2018 . Actualizado a las 15:34 h.

Juan José Expósito Chantada (Vilagarcía, 5/VI/1957) es desde el 1 de octubre del 2007 el sepulturero de los cementerios municipales de Vilagarcía, en Rubiáns y Carril. Sepulturero, remarca, es la ocupación que figura en su plaza de funcionario local, que hasta hace tres años desempeñó bajo la coordinación de José Francisco Dasi, enterrador durante 34 años pese a haber opositado, y ganado, un puesto de operario de servicios en la plantilla del Concello. La de Expósito es hoy una figura única en la banda sur de la ría de Arousa. Con tres trabajadores en su equipo, nos habla de las características y los rigores de su singular oficio mientras ultima la puesta a punto de los cementerios a su cargo para Todos Los Santos.

-La suya no parece una ocupación con una larga lista de demandantes de empleo. ¿Cómo llega uno a ser sepulturero, y municipal?

-Pues yo me presenté a la oposición en el Concello de Vilagarcía. Éramos 70 para una plaza. Había trabajado en una funeraria, marché, y estaba en el Párking Juan XXIII, y ahí fue donde me enteré de que había una plaza de sepulturero, y la gané. En la funeraria había trabajado 9 años, y me valió puntos en la oposición.

-¿Cómo dio en una funeraria?

-Un amigo fue el que me metió a trabajar en la funeraria. Primero hacía entierros, llevando el ataúd; más adelante empecé a buscar los cadáveres, y ayudaba a prepararlos. No tenía trabajo, había que buscar de qué comer. Cuando la necesidad aprieta, hay que buscar. Me costó. Los primeros meses me costó mucho. Yo no estaba adaptado a andar con muertos. Pero lo vas haciendo poco a poco, es tu trabajo. Yo salgo del cementerio, y soy una persona normal y corriente; me gusta gastar mis bromas. Aquí tienes que hacer tu trabajo. No todos valen para esto.

-¿Y qué hace falta para valer para su oficio?

-Un poco de todo. Un poco más de echarle un poco de valor. Porque al abrir un nicho te encuentras muchas sorpresas. No siempre, pero a veces te encuentras sorpresas muy desagradables, que tienes que llevar tú. Lo que haces dentro del cementerio, en el cementerio. No vas a contarlo por la calle. Aquí estás siempre viendo a gente con pena, que llora. Tienes que tener mucho tacto. Muchas veces tienes que ser una persona especialmente sensible. Muchas veces te vienen a contar las penas. En los entierros, o gente que viene aquí todos los días. Yo enterré a mi cuñada y a mi hermano, ¿qué quieres? Y estando en la funeraria enterré a mis padres y a mi cuñado, ¿qué te voy a decir?

-¿Como es su día a día laboral?

-Pues mi día a día... Si hay exhumaciones o inhumaciones, las hacemos. Si no, limpiamos el cementerio, quitamos las hierbas, limpiamos los baños. Los entierros tienen prioridad. Después vendrían los cambios de cenizas, las exhumaciones, traslados de muertos que, por ejemplo, estaban en nichos de alquiler a otros. Les llamamos cenizas, pero lo más normal es que sean huesos. Los trasladamos en bolsas o urnas especiales; casi todas las cajas ahora son de cartón prensado, y con la humedad se deshacen por el fondo. Si tienen un familiar en un nicho, y tienen que enterrar a otro en él, exhumamos los restos, haciéndoles un hueco en el nicho. Aquí hacemos además todo el papeleo del servicio con destino al Concello. Nos haría falta Internet para poder acceder a los archivos municipales el fin de semana, cuando no hay nadie en el concello, por ejemplo, si necesitas localizar dónde está enterrado alguien; aquí solo tenemos fichas en papel desde 1999 que hemos venido haciendo a mano en el cementerio. Mi teléfono no se apaga nunca, está las 24 horas del día encendido, para las funerarias y mis compañeros, para resolver cualquier problema. Si puedo, por teléfono, si no, vengo aquí. En mis vacaciones vengo todos los días al cementerio, vivo al lado, y resuelvo los problemas o dudas que puedan surgir.

-En todos los trabajos hay días malos. No sé si en el suyo habría que hablar de días peores...

-Hay días peores. Sí. Cuando te encuentras una exhumación en la que el cadáver todavía no está para mover, y tenemos que abrirlo igual para ver cómo está.

-¿Diría que su ocupación marcó de alguna manera su forma de ser?

-No. No, no. Yo sigo siendo el mismo. Una vez que salgo de aquí soy otra persona. Me gusta la juerga como a todo el mundo. Sé que es mi trabajo, y punto.

-¿Cómo reacciona la gente cuando conoce a qué se dedica?

-Los que me conocen de toda la vida saben que llevo siempre trabajando con muertos. Hay otros que te hacen el chiste.

-¿Y les encuentra la gracia?

-Yo no tengo problema ninguno.

-El Concello dispone de una vivienda para el enterrador municipal en su cementerio general, en Rubiáns. ¿Hace uso de ella?

-Sí, vivo ahí. La casa está aparte del cementerio, no hay problema.

-Se suelen asociar los camposantos a lugares aquejados de actos vandálicos. ¿Es el caso de los que están a su cargo?

-No. Hace años que no sufrimos actos vandálicos. Un compañero me contó que hace muchos años se habían encontrado cuatro o cinco nichos abiertos con los ataúdes fuera para ver si había joyas. Aquí lo que viene es mucha gente a veces a hacer meigallos. Hace cuatro meses que encontramos el último. Yo tenía un libro donde apuntaba todos los meigallos que encontraba; ahora a veces lo apunto en un papel. A veces tienen escritos, a veces cosas dentro que no voy a decir. Hemos encontrado de todo. Te puedo decir uno, de hace años: había un recipiente de barro, con un pájaro, flores, un pañuelo blanco, cuatro puros. Estaba en la puerta del cementerio. Dentro hemos encontrado otras cosas, pero no te las voy a decir.

«Aquí viene mucha gente preguntando por el Cementerio de los Ingleses»

-La próxima semana toca la celebración de Todos Los Santos. ¿Qué le supone a usted? ¿Lo tienen todo listo ya para las aglomeraciones de esos días?

-Más trabajo. Hacemos una limpieza más a fondo que la del día a día. Llevamos quince días con ella, y aún no terminamos. Contamos con que el lunes o martes esté listo. Cuidamos más que el césped y los setos están bien cortados, revisamos las luces... Hasta el año pasado venían los jardineros una semana antes. Pero ahora, al ser cuatro personas, una más que el año pasado, ya lo hacemos nosotros.

-¿Horario especial de apertura?

-Sí. El 30 y 31, en vez de cerrar a las siete, cerraremos a las ocho. Y el día 1 abrimos de ocho de la mañana a diez de la noche.

-¿Ha variado la afluencia a los cementerios en estas fechas?

-No. Sigue viniendo mucha gente. El día 30 y el 31 es cuando más gente viene, para limpiar las lápidas. El 1 se hace una misa en la capilla del cementerio, y también viene mucha gente.

-Desde que es sepulturero, ¿cambió mucho la forma que tenemos de despedir en el cementerio a nuestros difuntos?

-No. Sí hay más incineraciones, y en los casos de las incineraciones, solo suelen venir los más allegados; celebran el funeral antes, incineran, y hacen un acto de despedida en la intimidad familiar.

-No sé si sabe que hay una red mundial de cementerios singulares... ¿Le llama la atención?

-Aquí viene mucha gente preguntando por el Cementerio de Los Ingleses. Está el de Santa Mariña que es muy bonito. Aquí, el 1 de noviembre viene mucha gente que no tiene difuntos en el cementerio a mirar cómo está iluminado, todo bonito.

-¿Es usted de visitar otros camposantos?

-Yo, muchas veces; sí. Por deformación profesional.

-Y por comparación, ¿cómo están los de Vilagarcía?

-Los de Vilagarcía están bien.

-Es de imaginar en todo caso que, como cualquier infraestructura, tendrán sus mejoras pendientes...

-Sí. Bastantes. Se deberían hacer unas mejoras, casi más en el general (no entra en detalles). Las están estudiando.