Un récord mundial con fines muy solidarios

Maruxa Alfonso Laya
m. alfonso O GROVE / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

MARTINA MISER

Diego ha recorrido 450 kilómetros en bici y otros 300 corriendo para ayudar a la fundación Nupa

16 oct 2018 . Actualizado a las 09:21 h.

Diego ha cumplido un sueño. Le ha costado algún que otro sufrimiento reconoce, pero lo ha logrado y, a pesar de que todavía tienes los pies llenos de ampollas y alguna que otra lesión muscular, repetiría sin dudarlo. No porque haya conseguido batir en un récord del mundo al hacer un duatlón en el Camino de Santiago desde Roncesvalles y sin ningún tiempo de apoyo. Sino porque con ello ha ayudado a la asociación Nupa, una entidad que presta apoyo a los padres de niños con enfermedades raras que son tratadas en el Hospital de La Paz, en Madrid. Y, de paso, ha demostrado a Álex y a Martín, dos niños afectados por este tipo de dolencias que les hacen necesitar el trasplante de órganos, «que si quieres puedes», explica. Pero vayamos por partes porque esta aventura comenzó hace años, en el 2014, cuando Diego, un vilagarciano afincado en Alemania, conoció la historia de Álex a través de las redes sociales y quiso aportar su granito de arena.

«Quería hacer esto por los niños, para recaudar dinero para ayudar a sus familias», cuenta. Pero diversos compromisos personales y profesionales le impidieron sacar adelante la iniciativa. Hasta ahora. Hace unos meses, Diego encontró el momento y el respaldo de la empresa para la que trabaja en Alemania. «Hablando con mi jefa, me dijo que tirara para delante. Me dieron hasta días de vacaciones», explica. Su reto era el de hacer el Camino de Santiago desde Roncesvalles en un duatlón, este es, corriendo y en bicicleta, en un tiempo inferior a ocho días y 21 horas, en una gesta que quería ayudar a recaudar fondos para la asociación Nupa. Su reto pronto obtuvo el respaldo de todos sus compañeros de trabajo, que fueron los primeros en realizar las donaciones. Así que a principios de este mes, Diego se plantó en Roncesvalles con la intención de correr los primeros 150 kilómetros hasta Logroño, hacer en bicicleta los siguientes 450 hasta O Cebreiro y recorrer los últimos 150 kilómetros corriendo hasta llegar a la catedral de Santiago. Tenía que hacerlo sin apoyo, pasando por una serie de controles y llevando él mismo su comida y sus pertenencias.

La aventura no fue sencilla. Lo peor, «nada mes empezar O Cebreiro me caí al esquivar el bastón de otro peregrino y tuve una contractura en el muslo. Eso me hizo pisar mal con el otro pie y ahora tengo los dos llenos de llagas», explica. La experiencia fue tal que había llegado a esa etapa con cinco horas de ventaja para superar el récord, «y la acabé con tres horas de más», cuenta. Así que la última etapa «me dediqué a correr como un loco. Pero recuperé el tiempo y lo conseguí y eso es lo más importante», asegura. Tuvo más incidentes, porque en Zubiri tendría que haberse parado a comprar comida, pero se olvidó. Así que, cuando en el siguiente pueblo se encontró todo cerrado no lo dudó. «Llamé a una casa y les pedí si me podían vender algo. Un hombre me trajo un bocadillo de queso y una coca-cola», cuenta. Al llegar a Pamplona quiso subir el alto del Perdón, «me quería morir, tuvo que bajarlo a gatas», afirma. A pesar de estas penurias, lo consiguió. Llegó a Santiago en ocho días y seis horas. La experiencia tuvo también una parte bonita, «los vídeos que cada día iba haciendo para Nupa y los ánimos que recibí de toda la gente». Fue de ahí de donde sacó las fuerzas para seguir adelante. Donde encontró la inspiración para continuar, a pesar de que su cuerpo le pedía rendirse. «Esos últimos 150 kilómetros fueron muy espirituales, muy emotivos para mi. Corría con viento, lluvia y el dolor de la pierna y solo pensaba en demostrarle a esos niños que sí se puede», explica.

A Alex y Martín pudo contar el sábado todos los detalles de su aventura. Se encontró con ellos en Vilagarcía, donde reside el primero de estos niños. «Nació con una enfermedad que le impedía alimentarse de forma normal. Durante años tuvo que vivir conectado a una máquina y hace cinco años tuvo que someterse a una cirugía para trasplantarle seis órganos vitales», cuenta Alba Santos, subdirectora de la asociación. Martín está ahora en lista de espera para ese mismo tipo trasplante. La aventura de Diego le ha permitido recaudar más de mil euros. Un dinero que será invertido en la construcción de un residencia para padres, que Nupa está construyendo en Madrid. La iniciativa admite más donativos, por supuesto. Así que los interesados pueden obtener más información en la web www.somosnupa.org.