«Faite bo», adopta a un abuelo en Vilagarcía

sara meijide / B. c. VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

MONICA IRAGO

Los voluntarios de la Cruz Roja juegan y hacen compañía a los más mayores cada jueves

06 ago 2018 . Actualizado a las 22:43 h.

«¡Va bola! El 25». No son los niños de San Ildefonso ni tampoco se juegan miles de euros. Pero la ilusión por hacerse con el bingo es la misma que en el Teatro Real de Madrid. Es un jueves cualquiera en la residencia de mayores Divina Pastora, en Vilagarcía. Canta las bolas Dévora, una joven de 25 años, voluntaria de Cruz Roja que invierte su tiempo libre en hacer más llevaderas las tardes de los mayores de la ciudad. Las historias que se esconden detrás de los cartones de bingo son tantas como jugadores. Muchos están solos, no tienen familia; otros, como si no la tuvieran; y hay a quienes las circunstancias de la vida, sin saber muy bien el porqué, los trajo hasta aquí. Argentina tiene cien años, es la más mayor de la residencia de Vilagarcía. «Los cumplí el 30 de marzo. De muchas cosas no me acuerdo, pero de esta sí», explica sonriendo. Para que negarlo, son muchos los que, como Margarita, desearían estar en la intimidad de sus hogares. Por eso, cualquier detalle lo valoran más que nadie. «No se imaginan lo feliz que nos hace el que nos vengan a ver, que nos entretengan, que jueguen con nosotros...». Margarita tiene problemas de movilidad, pero como dice ella: «La cabeza me funciona perfectamente». Otras, como Asunción, tienen familia que la van a visitar y que la quieren mucho, «pero no vienen tanto como me gustaría, y la verdad, tener a estas chicas tan amables que juegan con nosotros al bingo pues se agradece mucho. Esto sin gente que te anime es muy frío, ¿sabes? Y eso que las trabajadoras son encantadoras», relata mientras tapa con un piñón el 86, el número que acaba de salir del bombo. De golpe, interrumpen desde la otra mesa: «¡Bingo!». Pero la partida no se acaba, aún quedan tres medallas que regalar.

La oenegé también ayuda a los mayores que viven solos

Cruz Roja cuenta, además, con un proyecto que se centra en la atención domiciliaria para los más mayores. A través de este programa, los voluntarios se desplazan hasta los hogares de los beneficiarios para hacerles compañía. «Somos muy flexibles, hay voluntarios que van a ver al usuario una vez a la semana y otros que van una vez al mes. Lo importante es colaborar», explican desde la entidad. Además, estas visitas se complementan con llamadas telefónicas, prestaciones o donaciones de productos de apoyo o asesoramiento.