El hombre que levantó la última hamburguesería clásica de Vilagarcía

Serxio González Souto
s. gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

MARTINA MISER

Andrés aguantó al pie del cañón la invasión de los «burger» sin perder su clientela

07 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Dicen que era testarudo y firme como la barra de su bar. Por eso, cuando alguien le recomendaba últimamente que pasase por el ambulatorio a que le echasen un vistazo, lo mandaba amablemente a freír patatas, atribuyéndolo todo a una gripe mal curada. El tema, sin embargo, era bastante más grave. Andrés aguantó todo lo que pudo al pie del cañón, en el Bavaria, como lo hizo día tras día desde que él y su cuñado Ramiro se hicieron cargo del negocio, en 1979 o 1981 (las fechas bailan en función de quien las recuerde). Pero finalmente tuvo que claudicar, dejar sus legendarias hamburguesas en manos de su hijo Carlos y descansar, al menos unos meses, hasta que lo inevitable acabó llegando, el jueves, como llegan estas cosas.

Andrés Cobos ya no está. Con él se va una época. Si Carlos continúa en la brecha, la última hamburguesería clásica de Vilagarcía seguirá peleando contra viento y marea, contra los McDonald’s y los Burger King, las multinacionales del condumio rápido que desembarcaron en la ciudad con el nuevo siglo sin poder, jamás, con el Bavaria. Andrés presumía de haber aguantado el tirón y de mantener una clientela fiel. Generaciones de hambrientos individuos que ocupaban sus mesas fijas, como viajeros en un autobús, esperando sus hamburguesas, sus empanadillas míticas, el bocadillo de calamares o las tortillas por encargo.

Allí iban a buscar los agentes de Comisaría la cena para los tipos que frecuentaban sus calabozos. Allí se apuraban las cervezas con chupito, las copas de sol y sombra y los tragos de coñac. Desde hace un par de años, cada 26 de diciembre, alguna pandilla se dejaba caer con sus chavales para ponerse hasta atrás por cuatro duros. El Bavaria es, a su manera, patrimonio de los vilagarcianos. Una memoria a bocados que Andrés templó a la plancha.