La tripulación del «Coral I» alega que creía ir de pesca, no a mover cocaína

m. santaló PONTEVEDRA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

Ramón Leiro

Solo el capitán del barco reconoció que sabía antes de zarpar de Venezuela que su objetivo era traer 1.200 kilos de droga a Galicia

10 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El 17 de noviembre de 2014 salía de puerto, en Venezuela, el buque «Coral I». Lo hacía con 1.245 kilogramos de cocaína en la bodega de popa. Un total de 49 fardos que la tripulación asegura que no descubrieron hasta bien avanzada la travesía y que les sentaron en el banquillo de los acusados como parte de la organización dirigida por Rafael Bugallo Piñeiro, O Mulo. La Audiencia de Pontevedra acogió ayer la tercera sesión del juicio por este alijo y la tripulación al conjunto manifestó al Tribunal que son marineros y que se subieron en el buque para pescar. «No estaba visible, nos enteramos de que transportábamos cocaína cuando ya llevamos entre semana y media y dos semanas en el barco», indicó uno de los integrantes de la tripulación.

Según las explicaciones que dieron ayer en la Audiencia, los fardos se encontraban escondidos en la bodega de popa a la que apenas tenían acceso y que estaban cubiertos por una lona. También coincidieron al señalar que tuvieron un encontronazo con el capitán al descubrir el alijo. Y es que el capitán del buque fue el único que reconoció conocer la finalidad del viaje desde un inicio: «Sí lo sabía». Echó, además, un capote a sus compañeros de banquillo. «Se me vinieron encima, pero controlé la situación hablando con ellos», aseguró. Ante las dudas de la Fiscalía de cómo consiguió calmar a la tripulación indicó que les ofreció una recompensa sin cuantificar y que les alertó de las represalias con las que podrían encontrase de no culminar su función.

El capitán tampoco incriminó a Bugallo Piñeiro. Si sostuvo que una organización gallega se encargaría de coger la droga, pero añadió que nunca supo quienes eran las personas con las que se comunicaba por radio para concretar coordenadas. Habló de dos embarcaciones distintas: la que recogería la cocaína y que presuntamente estaba dirigida por O Mulo y una segunda barca que les serviría de auxilio. Las defensas mantienen la argumentación de que el «Coral I» se quedó sin combustible y víveres y que las comunicaciones con Bugallo Piñeiro y sus hombres iban destinadas a las labores de rescate que esperaban que asumiese el arousano.

Según las estimaciones del capitán y tras varias comunicaciones con tierra, la embarcación que les proveería de combustible llegaría a su ubicación la noche del 4 de enero, lo que les permitiría alcanzar las coordenadas hasta las podía navegar la nave que recogería los fardos entre el 5 y el 6. Pero, el 5 se produjo su abordaje.

«Mi función era conseguir una lancha y dar fe de que los fardos llegaban a tierra»

El capitán del barco no fue el único que ayer concretó su función. La de José Gerardo Holguín Romero era una de las declaraciones más esperadas: fue el único de los acusados que no iba en el buque que reconoció los hechos en la primera sesión del juicio. En la sesión de ayer explicó su papel y describió los encuentros que tuvo con Rafael Bugallo y Jaime Bolados, apodado como el chileno y considerado el número dos de la organización.

«Mi función era conseguir una lancha con la que ir hasta el ‘Coral I’ y dar fe de que se traían hasta tierra los fardos de cocaína», indicó ayer Holguín. Apuntó también que era los ojos del colombiano Jorge Iván Salazar Castaño, ya fallecido. De su mano, y en prisión, se adentró en la organización. «Me propuso trabajar en una cosa de narcos sin concretarme más. Y añadió que solo me daría los detalles si le respondía que sí, en ese momento ya no habría marcha atrás», explicó Holguín. Fue así como se traslado de Madrid a Vilagarcía para contactar con Over Alberto Vence, quien sería su nexo entre O Mulo y El Chileno.

Es en este punto cuando Holguín contradice la versión de los acusados hasta el momento: afirma que les pidió su colaboración para hacer acercar la cocaína que viajaba escondida en el «Coral I» a la costa gallega y que derivaría en las conversaciones para conocer las coordenadas del buque a través de una radio propiedad de O Mulo. Si Rafael Bugallo solo reconoció en su declaración haber facilitado la radio que le pidieron con el objetivo de que estableciesen comunicaciones para auxiliar a la embarcación, Holguín describió hasta tres encuentros nocturnos en lo alto del monte de Armenteira para conocer las coordenadas en la que estaba el barco para poder realizar la misión que le habían encomendado.

En lo que sí coincide el testimonio de Holguín con el considerado jefe de la banda es en la falta de medios que esta tenía. «Me dijeron que la embarcación que estaban construyeron para este tipo de actividades no estaba terminada y que no podían salir a alta mar», indicó. Una afirmación que no coincide con los informes policiales y que hacen sostener a la Fiscalía que la embarcación tenía todo preparado para salir. Y es que a pesar de que Holguín apuntó que el alijo se había frustrado por la falta de medios de O Mulo, se quedó en Vilagarcía, donde fue detenido días después.

El Ministerio Público solicita 24 años de prisión para Rafael Bugallo y diecinueve años y medio para el resto de los diecisiete acusados en esta operación.