La revitalización del museo de Cela aleja a «Sarita» de Vilagarcía

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

SANDRA ALONSO

La Fundación de los Ferrocarriles ve muy difícil la cesión, pero reafirma su intención de dotar de una locomotora al museo

17 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace apenas un mes, el Partido Popular frenaba en el Parlamento gallego un intento de En Marea por traer la locomotora Sarita, la máquina tractora de la primera línea de ferrocarril que funcionó en Galicia, a casa. La referencia al hogar no es ninguna tontería, ya que el histórico aparato de vapor tuvo en la estación de Carril su base durante largos años. Es más, según el historiador Víctor Viana, su último viaje, cubierto en 1968, tuvo como recorrido el trayecto Vigo-Vilagarcía, con ocasión de la celebración de Fexdega, cuando la feria constituía una referencia absoluta. Aquel debate tuvo sus más y sus menos, por cuanto los conservadores sí respaldaron en el pleno la moción en la que EU y Somos Maioría planteaban precisamente ese objetivo: que Sarita abandonase Padrón para incorporarse al Museo do Ferrocarril arousano. Ya entonces, la diputada Teresa Egerique (PP) afirmaba que la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, propietaria del bien en última instancia, no estaba por la labor. Ahora, la propia institución lo confirma.

«Lo cierto es que nunca se ha dado el caso de que se le retire un bien a la entidad a la que se le haya cedido», explica Miguel Jiménez, gerente del departamento de Patrimonio Histórico y Turismo Ferroviario de la entidad. Sobre el papel, la Fundación Cela, en la que se integra el Museo Ferrocarrilero asociado a la memoria del abuelo del nobel, John Trulock, ha hecho méritos suficientes para merecer un varapalo contundente. Su descuido, ya no solo de Sarita, sino también de las otras tres locomotoras históricas que en su día le fueron confiadas, como la Sestao, ha generado todo tipo de críticas. Antes de ser intervenido por la Xunta, en el 2012, el ente consagrado a la figura del literato había decidido ya, por su cuenta y riesgo, echar el cierre a su museo ferroviario. El óxido y los elementos hicieron el resto. Pero, así son las cosas, el patronato acaba de revivir esta semana, mecido por la inyección de cincuenta mil euros que le ha proporcionado la Consellería de Cultura, Educación e Ordenación Universitaria. Algo que, obviamente, aleja todavía más de la capital arousana a la legendaria máquina de vapor.

Material para Vilagarcía

Si no se le abrió un expediente en su momento -las condiciones de su cesión, en 1986, marcaban expresamente la obligación de darle un trato y un mantenimiento dignos a la locomotora- ahora es cuando, precisamente, una medida así carecería de sentido. Lo cual no quiere decir que la Fundación de los Ferrocarriles Españoles no mantenga su compromiso de impulsar de una vez por todas el Museo do Ferrocarril de Vilagarcía. Esta misma semana, Carlos Abellán, director del Museo de Madrid, propuso al alcalde, Alberto Varela, la entrega de una de las máquinas que forman parte de los fondos de la institución. Miguel Jiménez tampoco descarta que parte del legado que fue maltratado en Padrón tenga ahora como mejor destino la vieja estación de Carril. Con el valor añadido de que todavía existe una vía que, aunque hoy cegada, comunica el museo con la actual estación de ferrocarril.

Potencial histórico

Para el responsable del área de Patrimonio Histórico de los ferrocarriles españoles, el espacio museístico de Vilagarcía atesora un enorme potencial y un atractivo que debe ser desarrollado. «Vamos a impulsar el museo con elementos que pueden provenir de Padrón y también de otras colecciones. Es necesario profundizar en el gran anclaje que Vilagarcía tiene en la historia ferroviaria, solo hace falta recordar los talleres y las labores de mantenimiento que se llevaban a cabo en ellos», recuerda Jiménez, que encuentra en el caso de la capital arousana una veta de vinculación antropológica con el tren que merece ser cuidada.

A la espera de que esa colaboración entre la fundación y el Concello se vaya concretando, Sarita seguirá descansando en Padrón. Es de esperar que liberada ya de esa funda de plástico que un mal día se le colocó para ocultar, por un mínimo sentimiento de vergüenza, los efectos de la falta de cuidados que durante años se le dispensó a orillas del Sar, que por cierto le da nombre.