Kemegal-Ibaizabal, la vuelta invernal a un partido al calor de una sauna

VILAGARCÍA DE AROUSA

MARTINA MISER

El Cortegada recibe al equipo más en forma de la Liga, y el único que lo ha barrido este curso en un pabellón con una temperatura asfixiante

27 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El Kemegal Cortegada juega esta tarde uno de esos partidos que pueden acabar marcando la diferencia. Entre un final acorde al reto inicial del club, una plaza en la próxima fase de ascenso a la Liga Femenina, y el desencanto de no poder aspirar a sacarse la espina de aquel último partido en León a un paso de cruzar las puertas del cielo. El GDKO Ibaizabal visita el Pabellón Municipal de Fontecarmoa (19.30 horas). Y lo hace no solo como el rival directo que es por la zona de privilegio de la clasificación, en la que hoy figura tercero con once triunfos, solo uno más que su anfitrión. El vasco aparece además como el conjunto más en forma del campeonato, con una racha de cinco victorias encadenadas a costa de equipos de la zona media-baja de la tabla que adquiría empaque siete día atrás, cuando las de José María Alcántara se alzaban sobre el segundo clasificado, el Barça C.B.S., 76-70 en el Polideportivo Urreta de Galdakao.

Mal recuerdo guardan en el Kemegal Cortegada de la cancha vizcaína. Con su visita el 14 de octubre, en la tercera jornada de la Liga Femenina 2, convertida en un infierno. Por el resultado final del encuentro, 72-42, una paliza en toda regla, y la única de las cinco derrotas del equipo vilagarciano por más de diez puntos de diferencia. Pero también por la caldera que, no se sabe bien, evaporó o disolvió las opciones de un Kemegal físicamente incapaz de mantener en pie su habitual apuesta sobre una cancha de baloncesto.

«Fue un viaje bastante largo. Al llegar allá fuera había 30 grados, pero dentro, con una piscina al lado, hacía todavía más calor; con un aire bastante irrespirable», recuerda Rubén Domínguez. «Hubo muchos momentos en los que mis jugadoras se ahogaban en la pista, y pedían el cambio». Para muestra, un botón con el que cualquier aficionado del equipo, y de la LF2 en general, entenderá el nivel de la temperatura con la que se jugó aquel día: «Salomé a los tres minutos me pidió el cambio; a partir de ahí, te puedes imaginar. Una jugadora como ella, que corre, salta, pelea siempre, y que casi nunca pide el cambio», apunta su entrenador.

Así las cosas, ¿la expedición arousana no pensó en solicitar un aplazamiento del encuentro? «Una vez que estás en el partido, vas aguantando, como deportistas las jugadoras intentan dar lo mejor. Después es cuando reflexionas, y te das cuenta de la situación vivida. En que ‘a lo mejor esto ha tenido importancia’, y no te habías percatado de ello en el momento», reflexiona Rubén Domínguez, para acto seguido, comentar que, en todo caso, la posibilidad de la suspensión de un partido «depende de los árbitros».

En todo caso, el preparador del Cortegada quiere resaltar que «ellas -por el GDKO Ibaizabal- jugaron muy bien, no hay que quitarles el menor mérito; si hoy están ahí, es por algo». Por ello, en un Pabellón Municipal de Fontecarmoa, donde la temperatura a lo que obliga es a estar fino para arrancar sin trompicones por el frío, Rubén Domínguez advierte de la obligación de «ser muy consistentes en la defensa, y muy duras en el rebote, porque las jugadoras del Ibaizabal cargan mucho el rebote ofensivo, por lo que tenemos que cerrarlo bien para no concederles muchos segundos tiros».

Elevar la productividad habitual

Sin Amy Syll por cuarta jornada consecutiva, pendiente de ver si de verdad el próximo lunes el consulado español en Dakar le sella su visado para volver a Vilagarcía, el resto de las integrantes del Kemegal deberán elevar su productividad ante un rival con una plantilla muy profunda, señala el entrenador local. «Cuentan con diez jugadoras que participan del juego», sin ninguna especialmente destacada, pero todas capaces de sumar, lo que les permite tener un ritmo alto de juego. Es un equipo trabajador y consistente, tanto a la hora de correr como de jugar en estático», añade Rubén.