El carrilero que entrena en el ring

Pablo Penedo Vázquez
pablo penedo VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

Mónica Irago

El defensa del Arousa Suso Martínez lleva un lustro reforzando su puesta a punto con la práctica del boxeo, un deporte que le apasiona

18 nov 2017 . Actualizado a las 14:05 h.

Un par de meses atrás Rio Ferdinand, el excapitán del Manchester United y de la selección inglesa de fútbol, sorprendía al mundo anunciando su intención de convertirse en boxeador profesional. Suso Martínez (Poio, 1990) no aspira a tanto. Si acaso, nos dice, a poder marcarse alguna que otra velada sobre el ring «para cuando sea mayor, tener el recuerdo de que hice otro deporte que me gustaba» al margen del fútbol, que practica desde niño, y en el que firma una década como cotizado carrilero en el grupo gallego de la Tercera. Desde el Pontevedra, hasta el Arousa, en el que vive su segunda temporada con la vista puesta en la promoción de ascenso. Los cinco últimos años, con el boxeo como parte fundamental de su puesta a punto, y el secreto tras el prodigio físico desplegado por Suso semana tras semana en los terrenos de juego a los que, al menos de momento, se mantiene fiel frente a los cantos de sirena del cuadrilátero.

Ver al lateral del Arousa subir, bajar y recuperar el carril izquierdo sin despeinarse en cada partido es la consecuencia, nos cuenta, de su pasión por el boxeo. «Es un deporte complementario que hago en mi tiempo libre. Trabajas mucho el cuerpo a nivel de cardio, nunca estás parado. Por eso jugando al fútbol recupero tan rápido. Desde que practico boxeo noto sobre todo mejoría en mi fondo físico, mucha más agilidad, y coordinación de las piernas. Hay futbolistas del máximo nivel, como Ibrahimovic o Ferdinand, que lo practican».

Taekuondista desde los 5 a los 11 años, Suso desembarcó en el fútbol cuando el padre de un amigo lo llevó a una prueba del infantil del Pontevedra. Un cambio radical que no varió su gusto por los deportes de contacto. «Siempre me gustaron, y hace unos cinco años, en verano, me apunté en un gimnasio de Pontevedra. Buscaba un deporte de contacto para desconectar en el que no me magullase las piernas; y a raíz de eso no lo dejé más», recuerda.

Hace un año, cuando se mudó a vivir a Vilagarcía con su pareja, a la que embarcó también en el boxeo, entre las primeras cosas que hizo fue buscar un gimnasio en el que proseguir lo que hoy es una mezcla de pasión y plus en su preparación como futbolista. Y en el Club Boxeo Arousa Suso se topó con Jonhy Hermida, subcampeón de peso pesado en los Juegos del Mediterráneo de 1998 en Marsella. «Jonhy sabe que juego al fútbol, y me prepara acorde a ello, para que no me pase factura» y todo sean beneficios, apunta el lateral, que se entrega al boxeo todos los días a excepción de los martes y domingos, a razón de hora u hora y media por sesión.

El entrenador no escatima elogios a la hora de hablar de su particular pupilo: «É un talento do boxeo sen explotar. É moi, moi bo. Resalta pola súa mobilidade, é moi rápido e moi listo no ring. Ten unha gran visión de combate, sabe ver os problemas que van aparecendo nos combates e buscarlles solución el só. E iso apréndelo despois de moitos anos, ou tes un talento natural. El teno».

Hermida ve a Suso un potencial campeón de España, e incluso de Europa de boxeo olímpico de dedicarse a fondo a ello. «Pero claro, non se pode dedicar un a unha cousa e á outra. E el está dedicado ao fútbol», habla resignado.

El arousista asiente. Su prioridad hoy es el balompié. Pero «me gustaría competir en boxeo en el futuro», señala. Incluso «a lo mejor el próximo verano en alguna velada», fuera del curso futbolístico, tras quedarse con ganas de más después de probar la experiencia en aquel verano de desembarco en un cuadrilátero, con dos combates, una derrota y un nulo. Porque «el boxeo me parece un deporte muy bonito, muy noble. No es lo que pintan», defiende Suso. Un defensa alejado del perfil del marrullero, que dibuja su otro deporte como un mundo «de mucho compañerismo, de respeto al rival, y de mucha disciplina. Lo recomiendo a todos, incluso a los niños».